domingo, 4 de agosto de 2013

Un libro lleno de ventajas

Por Pablo Durio | Literatura

(Advertencia: Quien escribió esta columna lo hizo vestido con traje negro, camisa blanca  y corbata negra, escuchando la lista de canciones que se expone al final).


Cuando tenía 26 años Stephen Chbosky escribió un libro lleno de ventajas pero prefirió, entre todas ellas, una sola: la de ser invisible. Pero él empezó escribiendo otra historia: “La idea del libro se inició en la escuela. Yo estaba escribiendo un tipo muy diferente de libro entonces, y en el, el narrador dice: supongo que es sólo una de las ventajas de ser invisible. Yo escribí esa línea y allí me detuve. Y me di cuenta de que en alguna parte de la frase “las ventajas de ser invisible” estaba el niño al que realmente quería encontrar. Dejé de escribir el libro en el que estaba trabajando y, cinco años más tarde, escribí Perks”, dice un Stephen Chbosky ahora mayor, refiriéndose a su libro The Perks of Being Wallflower (Las Ventajas de Ser Invisible) editado en español por Alfaguara.

Nació el 25 de enero de 1970 en Pittsburg, Pennsylvania, es hijo de Fred (un ex asesor de finanzas) y de Lea (una cobradora de impuestos), se licenció en la Universidad del Sur de California en 1992, pero la escuela donde encontró a Charlie -protagonista de Perks- inserto en la frase “las ventajas de ser invisible” fue la Upper St. Clair, una escuela secundaria local.

La novela sería publicada en 1999 por MTV/Pocket Books a los 30 años de Chbosky y reeditada desde entonces, desoída por la crítica, comentada incansablemente por los adolescentes, convertida en novela de culto teen, y protagonista de varios conflictos políticos, morales, y estúpidos.

Uno de esos casos se dio en 2004, en Wisconsin, cuando un maestro decidió que los alumnos deberían leer Las ventajas de Ser Invisibles. Se siguió el protocolo correspondiente: la escuela pidió el permiso a los padres en primer lugar y ellos firmaron la conformidad. Pero parece que los padres no están acostumbrados a leer los comunicados de la institución y entonces cuando un hijo le comenta alguno de los contenidos del libro a su familia, esta se escandaliza: en el libro hay consumo de drogas, hay homosexualidad, hay sexo, en otras palabras, esta toda esa realidad que los adultos quieren negar argumentado moralidad y religión, asustando con viejos fantasmas y falsos paraísos inaccesible para pecadores y lugares donde las llamas devoran a los herejes. Mientras tanto y en consonancia: el presidente George W. Bush, se reunía con un legislador de Alabama que quería que todos los libros con personajes homosexuales fueran eliminados de las bibliotecas públicas y las escuelas.

Las Ventajas de Ser Invisible fue prohibido en escuelas de Massachusetts, Long Island y Wisconsin según la lista oficial, según la otra las escuelas son muchas más.

Sin embargo, el autor nunca intentó que fuera una novela para adolescentes, y se lamenta de que “las personas no puedan encontrar un terreno común. Las personas que se oponen por razones morales no pueden ver el valor del libro, y las personas que ven el valor del libro no se dan cuenta de por qué molesta a las personas religiosas”

Lo que les molesta a esas personas es Charlie, porque Charlie tiene una ventaja: la ventaja de ser un chico de 15 años ingenuo que construye desde ese lugar la tolerancia necesaria como para experimentar con el mundo sin prejuicios y con aceptación. El libro está compuesto por una serie de cartas que Charlie le escribe al lector llamándolo querido amigo y quizás en ese acto se revele lo más importante: Charlie está sólo, tiene un profesor de literatura que todo el tiempo le recomienda libros, le gusta muchísimo leer, y busca desesperadamente que lo quieran. Querido amigo.

Y desde lugar, Charlie encuentra refugio en Sam (se enamora de ella y tiene que verla con otros hombres y cuando por fin ella se decide él no puede acostarse con ella porque Charlie tiene un pasado que lo persigue y que en ese momento se le revela de golpe dejándolo desnudo –metafórica y literalmente- frente al televisor en el sillón del living de sus padres y luego internado en un psiquiátrico) y Patrick. Patrick es gay y sale con un miembro del equipo de fútbol que no está dispuesto a decir la verdad: que ama a Patrick y que sólo con él es sincero porque frente al mundo es un hombre heterosexual que tiene novia y un padre al que no puede enfrentarse.

La segunda ventaja es el amor. El amor que siente Charlie por Sam, el amor que siente hacia sus amigos y los momentos que juntos componen el relato: Charlie quiere ser escritor y le regalan una máquina de escribir, Charlie quiere ser escritor y Patrick le regala prenda por prenda un traje negro “porque los escritores siempre andan de traje”; Sam y Patrick son hermanastros excéntricos y divertidos y cuidan a Charlie la primera vez que come un brownie con marihuana, lo llevan en su camioneta mientras Sam se sube a la caja, se para en ella y extiende los brazos al cielo mientras cruzan por debajo de un puente y suena a todo volumen su canción: Landslide, de Fleetwood Mac.

Tercera ventaja: el libro, como la historia de Charlie, está repleto de canciones. Charlie recibe sin querer un disco de The Smiths, Charlie graba un mixtape para un regalo con una lista de canciones con las cuales él vivió grandes momento con sus amigos. Lo mismo ocurre con los libros: el profesor de literatura amigo de Charlie no para de darle libros para que lea y los títulos están ahí, cada vez que Charlie habla de ellos.

Y la última de las ventajas: La ventaja de Ser Invisible. En una fiesta, en una ronda, Patrick levanta la copa y pide un brindis por Charlie, por su invisibilidad, que no significa otra cosa que su capacidad de ser sensible, perceptivo, de estar ahí sentado escuchándote cuando uno habla sin juzgarte, prestándote toda la atención del mundo, ocupando ese lugar que la mayoría despreciaría al no poder hablar de sí mismos todo el tiempo.

Ocupando, ese lugar, al que muchos parecen haber renunciado.

(Lista de canciones: Asleep, The Smiths; Vapour TrailRide; Scarborough Fair, Simon & Garfunkel; A Whiter Shade Of Pale, Procol Harum; Time of No Reply, Nick Drake; Dear Prudence, The Beatles; Gypsy, Suzanne Vega; Nights in White Satin, The Moody Blues; Daydream, Smashing Pumpkins; Dusk, Genesis; MLK, U2; Blackbird, The Beatles; Landslide, Fleetwood Mac.
Ahora puedo sacarme el traje. Gracias, Charlie.)


***
Obra: Las Ventajas de ser Invisible.
Autor: Stephen Chbosky
Editorial: Alfaguara
257 pág.





jueves, 18 de julio de 2013

Filter - The sun comes out tonight


Por Karina Mana | Rock

Web oficial 
FILTER es el proyecto solista en formato banda de RICHARD PATRICK, compositor, cantante y guitarrista nacido en 1968 en Massachussets. El hermano menor de Robert Patrick (el robot-policia de Terminator 2: Judgment Day) comenzó su trayectoria a principios de los 90 tocando la guitarra bajo el mando de otro líder: Trent Reznor de Nine Inch Nails.
En algún momento de 1993 Richard se decidió a lanzar su propio monstruo de rock industrial junto a Brian Liesegang, y editaron SHORT BUS, que engendró un mega hit de la MTV alternativa con el single Hey man, nice shot.
Durante el resto de esa década FILTER fue nombre repetido en numerosos soundtracks de películas como The X-Files, The Crow: City of Angels y Spawn. Richard además ha colaborado a lo largo de su carrera con artistas como Robert y Dean DeLeo de Stone Temple Pilots en el proyecto ARMY OF ANYONE, tambien Ray Luzier, Josh Freese, John 5, The Crystal Method, Danny Lohner, y Wes Borland.
Con un nuevo partner musical (Johnny Radke, guitarra de KILL HANNAH), en este 6to disco llamado THE SUN COMES OUT TONIGHT, la banda apuesta a algo más que un guiño a sus 1ros discos. Para empezar, reaparecieron esas baterias programadas, sello del sonido de su disco debut, aunque alternando las sesiones con músicos de carne y hueso en el estudio. Producido por Bob Marlette (Airbourne, Alice Cooper), el álbum repite las bases de bajo pulsantes, y el clásico alarido roto de la voz de Richard, como si fuera 1995 y el rock industrial sonara en toda radio alternativa. Con canciones como First you break it, (balada acustica casi continuación del hit Take a Picture de TITLE OF RECORD - 1999) y We hate it when you get what you want, el álbum encuentra sin embargo un lugar en la actualidad musical, en el segmento de treintañeros que añoran la década de los ´90, como un momento irrepetible en la historia del rock. 


lunes, 15 de julio de 2013

Invitación a una Reunión Tumultuosa.

Por Pablo Durio | Literatura


Ahí lo tienen a Tom Sharpe: está muerto. Está muerto el hombre que ironizó sobre las costumbres del mundo y se rió particularmente de las costumbres inglesas y –lo mejor de todo- de las costumbres inglesas en las colonias sudafricanas. Llévenselo.

Ahí lo tienen a Tom Sharpe: está vivo y acaba de nacer en Londres. 30 de Marzo de 1928, escribe alguien en los registros. Su padre es un cura británico al que los judíos evidentemente no le caen muy bien ya que, con la llegada Hitler al poder, abandona el nacionalismo para volverse lisa y llanamente nazi. Oh Fürher, my Fürher. Y su madre vive tan enferma que jamás puede encargarse de él.

En Cambridge (la Universidad a la que asiste para estudiar Historia y Antropología Social) se siente tan sólo como se sentirá más tarde en la Marina: es un pobre entre los ricos o, para ser más claros, es un inglés pobre entre ingleses ricos. Intenta escapar del clasismo inglés pero, es evidente, Tom no tomá buenas decisiones: en 1951 y con 21 años busca refugio en Sudáfrica (primer mala decisión) y hubo un pequeño detalle que no tuvo en cuenta: no está de acuerdo con el apartheid.

Ahí lo tienen –ahora- a Tom Sharpe: está en medio de Sudáfrica y todavía sigue siendo un escritor serio y detesta el fenómeno de segregación racial que cubre toda su vida cotidiana. Trabaja para el Departamento de Asuntos No Europeos (realiza trabajo social); es profesor en un colegio privado pero se agota de todo y se termina montando un estudio de fotografía en Pietermartinzburg mientras escribe una obra política llamada Los Sudáfricanos, que ataca la política racial del país (segunda mala decisión). Aunque la obra tiene una pequeña tirada en Londres y ninguna en Sudáfrica, la Oficina de Seguridad del Estado y la policía secreta le siguen los pasos, lo llevan preso y debe pasar la (feliz) Navidad de 1960 en la cárcel hasta que en 1961 finalmente es deportado a Gran Bretaña.

“¿Comunista yo? –se pregunta Tom Sharpe- nunca lo he sido. Sólo era antiapartheid, contrario al trato que se le daba a los negros. He visto tanta gente morir de tuberculosis, con los hijos al rededor. Era tan terrorífico que me superó, y entonces encontré trabajo como profesor en un colegio privado pero los directores eran todos homosexuales y también me hartaron. Así que compré una cámara de fotos y monté un estudio. Y durante cinco años hice casamientos, bautismos, sucesos, de todo mientras escribía libros contra el apartheid, pero nadie me los publicaba porque había censura. Hasta que me detuvieron, me metieron en prisión con todo tipo de asesinos, y finalmente me expulsaron del país”.

No hay pasaje de vuelta pero el Sharpe ingenioso ya encontró la forma en que quiere contar el mundo: con ironía observó el comportamiento de la sociedad y se nutrió de todo el material que luego le darían forma a los libros Reunión Tumultuosa y Exhibición Impúdica.

La inspiración para Reunión Tumultuosa le llega de la tía de un amigo que solía vivir cerca de le estación de policías, en Sudáfrica, y que se quejaba constantemente de que “los gritos de los presos (torturados) la perturban a una de la siesta”. Lo decía recién levantada y con el dorso de la mano puesto sobre la frente. Así de considerada era la señora, como también lo era la policía (otra de las inspiraciones) a quien
Sharpe dedica el libro: “a la policía sudafricana, cuya vida está dedicada a la preservación de la civilización occidental en el sur del África”.

Los libros de Tom Sharpe son farsas irónicas sobre la realidad y están repletos de muerte y dolor (él dice que es así porque ha visto muchos muertos y mucho dolor en su vida) y no tratan de amor porque “el amor y la farsa no hacen buenas migas”.

Existe una anécdota antes de su muerte: Tom Sharpe tiene que asistir a una gira promocional de sus libros en España y da una entrevista para la televisión. En medio de la entrevista él comienza a sentirse mal y su mujer Nancy y su editor Jorge Herralde (Anagrama) lo llevan hasta la clínica Corachan donde un médico le diagnostica angina de pecho. No se sabe si Sharpe se asusta o no, pero sí se sabe que le regala al doctor su cajita de rapé (una mezcla de tabaco y aromatizante que se aspira) y promete no consumir más tabaco.

También se sabe que, al volver a ver a sus hijas, Tom Sharpe les explica su miedo o su seguridad: cuando ellas peleen con sus maridos, seguros ellos vendrán con un video en las manos y les dirán “vamos a ver ese video tan divertido de tu papá muriéndose”, eso algo que seguro diría alguno de sus personajes porque ese es el humor de Tom.

Finalmente, entre habanos y whisky e ironías, el 6 de Junio de 2013, Tom Sharpe muere en España, ya que nunca quiso volver a Londres.

***

Fragmento de Reunión Tumultuosa: 

(La señorita Hazeltone es la versión Tom Sharpe de la tía de su amigo a la que no dejaban dormir la siesta).

La señorita Hazeltone telefoneaba para informar que acababa de matar a su cocinero zulú. El comandante de puesto podía hacerse cargo perfectamente del asunto. Como policía, también él había matado a tiros en su tiempo a muchos cocineros zulúes. Además había ya un procedimiento establecido para resolver estas cuestiones. El comandante inició la fórmula rutinaria. - Usted quiere informar de la muerte de un cafre -comenzó. - Acabo de asesinar a mi cocinero zulú –gruñó la señorita Hazelstone. - Eso fue lo que dije –dijo él conciliatorio-. Que quiere usted informar de la muerte de un negro. - Yo no quiero hacer nada de eso. Le he dicho que acabo de asesinar a Cinco Peniques. El comandante lo intentó de nuevo - La pérdida de cinco peniques no constituye un asesinato. - Cinco Peniques era mi cocinero. - Matar a un cocinero tampoco constituye un asesinato. - ¿Qué es entonces un asesinato? –la seguridad de la señorita Hazelstone en su propia culpa comenzaba a tambalearse ante el diagnóstico favorable de la situación dada por el comandante. - Matar a un cocinero blanco puede ser un asesinato. Es improbable, pero puede ser. Pero matar a un cocinero negro no. Bajo ninguna circunstancia. Matar a un cocinero negro se considera defensa propia, homicidio justificado o eliminación de basura. ¿Ha probado usted a llamar al Departamento de Higiene? –preguntó.

Obra: Reunión tumultuosa.
Autor: Tom Sharpe.
Editorial: Anagrama
228 páginas.

martes, 11 de junio de 2013

Bienvenido a mi pesadilla

Por Pablo Durio | Literatura 



Tim Burton vive en un universo paralelo donde se cuentan al mismo tiempo millones de cuentos de hadas oscuros y pop. En ese universo la princesa probablemente esté muerta y tenga grandes ojos y grandes ojeras y el príncipe no sea más que un pibe perturbado y sensible que no soporta las sonrisas marca Avon que se pavonean orgullosas e hipócritas a su alrededor. El universo Burton es una burla negra a un mundo al que no para de escupir aunque su enojo sea dulce y las historias no sean más que historias de amor.

Pero al igual que todos los universos (paralelos o reales), el de Tim Burton tiene una grieta importante: para regocijo de sus principales detractores existe una foto de un joven Tim peinado y sonriendo. La catástrofe, el símbolo de que su pelo alguna vez tuvo orden y su sonrisa un motivo válido: el último y único elemento que cuenta de otra forma la infancia que él describe como “muy atormentada”.

Era 25 de Agosto de 1958 cuando Bill Burton –que trabaja en Parques y Paseos luego de una fugaz carrera en el beisbol– y Jean –que tenía una tienda de regalos para gatos cuando nadie apuntaba al mercado de las mascotas llamado Cats Plus– tuvieron a su hijo Tim. Probablemente nació de noche. En la noche de Burbank: una tierra feliz para los padres, pero “un lugar maravilloso desde el punto de vista infernal”, según el niño. “Cuando uno es chico piensa que todo es extraño. Y, a su vez, uno piensa eso porque es chico. Pero un día uno descubre que ya es un hombre y que… todo es extraño”.

Burton no se lleva bien con sus padres, no les habla –al día de hoy no les habla– y probablemente no lo haga nunca. Y no sólo sus padres lo molestan, también lo molestan el entorno, la fingida felicidad, el subtexto de normalidad: “Creo que en el ambiente en que yo crecí, sí, había un subtexto de normalidad. Ni siquiera sé lo que significa la palabra, pero está atrapado en mi cerebro. Es extraño. No sé si es específicamente estadounidense o estadounidense en el momento en que crecí, pero hay un sentido muy fuerte de la categorización y la conformidad. Recuerdo que estaba obligado a ir a la escuela dominical a pesar de que mis padres no eran religiosos. Nadie era realmente religioso, sino que era sólo el marco. No había pasión por ello. No hay pasión por nada. Sólo un lugar tranquilo, algo vaporoso, un tipo de semi-opresión, ¡una paleta en blanco en la que usted está viviendo!”.

La paleta está totalmente en blanco y él quiere llenarla de colores, bueno, en realidad, quiere pintarla totalmente de negro y revivir a personajes muertos y matar a personajes vivos y jugar con cadáveres que cantan y bailan y robarse la navidad en un intento desesperado de que lo quieran, el niño Burton quiere crecer y trabajar “de ser el hombre que está dentro del traje de Godzilla”. Es un pésimo alumno, nunca leyó un libro, fundó el Club del Cementerio y filmó una película con muñequitos titulada The Island of Doctor Agor y su disco favorito es Welcome to my Nightmer de Alice Cooper. Cuando llega la noche se la pasa dibujando (es su modo de escapar de este-mundo a su-mundo) y, ya en la cama, le reza a su dios privado: Vincent Price.

Al terminar el secundario obtiene una beca para ir a CalArts (California Institute of Arts) fundado por el Sr. Walter Elías Disney ahora muerto y por su compañía ahora desesperada por encontrar a su sucesor, alguien que dibuje como Walt, alguien que pueda continuar con su legado de princesas platinadas y ratones que sonríen paranoicamente mientras mueven una varita mágica al ritmo clásico que le marca la orquesta de Philadelphia. “Me pusieron a dibujar para el zorro y el sabueso (un dibujo animado muy popular en los Estados Unidos). No me salían. No podía dibujar esos zorritos a la Disney. Los mío parecían topadoras”, recuerda Burton, que duerme 14 horas diarias (10 en casa y 4 en el trabajo –en un armario o debajo del escritorio-) hasta que lo trasladan y lo dejan dibujar lo que quiere. De esos dibujas nacerían, por un lado, los bocetos de lo más tarde sería El Extraño Mundo de Jack, y los poemas ilustrados de su libro: La Melancólica Muerte del Chico Ostra.

Escrito en 1997 y editado en español por Anagrama, al libro lo forman 23 historias con dibujos incluidos, narrados como poesía donde los personajes están repletos de desventuras e ideas atormentadoras y pasados horribles y futuros oscuros: algunos mueren, algunos están repletos de alfileres y no pueden moverse, otros tienen muchos ojos o muchos cables o están hechos de chapa o son directamente devorados por sus padres porque dan toda la potencia sexual que los progenitores han perdido y quieren recuperar: “supongo que si os coméis/ a vuestro niño podréis/ saciar el ansia carnal”, les dice el muy tierno y considerado doctor a los padres.

La enorme pecera que muestra detrás de los ojos de Tim a este desfile de personajes solitarios y diferentes y tiernos está explicada por las mismas fuerzas internas que movilizan a toda la marca Burton: el mundo es una porquería y los cuentos de hadas son mejores y sobre todo si tienen a la muerte y la oscuridad como marco narrativo, porque, se sabe, “cuando uno no tiene muchos amigos, y tampoco tiene una vida social, se convierte en alguien que puede observar las cosas, no tiene que hacerlas. Hay una extraña libertad al no tener que tratar a la gente como si fuera parte de la sociedad o alguien que tiene que cumplir con las relaciones sociales”.
Si el mundo fuera justo y estuviera bien contado, el universo Burton debería presentarse y terminarse con Alice Cooper cantando Welcome to my Nightmer, que es la invitación del mismísimo Burton, entre ropas negras y pelos despeinados:

“Bienvenido a mi pesadilla, 

Pienso que te gustara, 
Creo que vas a sentir que perteneces. 
Nosotros reímos y gritamos aquí, 
porque la vida es solo un sueño aquí, 
Sabes que por dentro te sientes en casa… 
Bienvenido a mi pesadilla, 
Bienvenido a mi locura”

La melancólica muerte del chico ostra.
Autor: Tim Burton
Editorial: Anagrama
137 páginas

domingo, 9 de junio de 2013

Una mirada demasiado superficial

"El Gran Gabsty", con Leonardo Di Caprio.
Por Maximiliano Audisio | Cine

Desde el momento en el cual se supo que “El Gran Gatsby” sería el film de apertura del “66º Festival de Cannes”, nada volvería a ser igual. No lo sería para este film, para su elenco, para los seguidores de Baz Luhrman, los lectores de Fittzgerald, ni para el mundo cinéfilo en general. El director de Australia ya había tenido la oportunidad de dar la apertura al festival de la costa azul en 2001, con lo que es quizás su mayor obra, “Moulin Rouge”, por ende existe una relación estrecha entre director-festival que llevaba a pensar que quizas todo sería color de rosas como aquella vez. Lamentablemente no fue así.

“El Gran Gastby” transcurre en New York en los dorados años 20, es la historia de Jay Gatsby (Leonardo Di Caprio, quien debería el Oscar por su actuación en esta película), un nuevo rico de quien se sabe muy poco y que se presenta como una verdadera incógnita entrando tardíamente dentro del film para cautivar desde el desconcierto y la fascinación tanto a Nick Carraway (Tobey Maguire) como a su eterno amor imposible, la simplista Dausy de Carrey Muligan.

El comienzo del film es deslumbrante y sin lugar a dudas lo mejor del mismo. Asistimos a la vida de quien será nuestro narrador y de manera ínfima somos espectadores también de esa figura siniestra que es el señor Gastby, de quien hasta el momento no se sabe demasiado, solo que vive en una gran mansión en la cual no hace más que dar grandes fiestas todo el tiempo. Un Gatsby que parece mantener una única inquietud relacionada con un destello/luz verde que observa cada noche desde su muelle.

jueves, 6 de junio de 2013

Los famosos y las supersticiones

Por Gracia Zamblera | Gossip


¿Quién nunca ha tenido una cábala para rendir un exámen o para conseguir algo importante?
¿Quién nunca evitó hacer ciertas cosas para eludir la mala suerte?
Vamos... quien me diga que no, tengo certezas de que me miente.
Pero en este caso, no vamos a hablar de tus cábalas ni las mías, vamos a hablar de los famosos y sus “recetas” para la buena suerte.

Ahí vamos:

- Collin Farrel: En 2011, el actor nacido en Dublín, ofreció una recompensa de 11.000 dólares para recuperar su “cinto de la suerte”. Este cinto fue un regalo de su padre y según un amigo, ya ha gastado más de 3.000 dólares en arreglarlo y repararlo a lo largo de varios años. El cinto ha pasado por muchas alteraciones, como agregarle extra agujeros con pedazos de cuero dado los diferentes cambios de peso del actor. Además, cuando comienza a rodar una película, usa un boxer con tréboles y en el elástico superior dice “The luck of the Irish”.

- Heidi Klum: La supermodelo recientemente separada del cantante Seal, ha declarado que su cábala es llevar los dientes que sus hijos, cabe aclarar, que son los dientes de leche que sus hijos han perdido. Ella contó que en una ocasión, en un avión, accidentalmente se sentó sobre ellos y los perdió en su butaca, cuando una azafata se le acercó para preguntar si necesitaba algo, ella respondió: “sí, necesito encontrar mis dientes”, la cara de sorpresa de la azafata fue indescriptible.

- Cameron Diaz: Su objeto de suerte contra el envejecimiento, es un collar que un amigo le regaló, con un dije que tiene forma de herradura de caballo y lo que podemos decir es que … so far, so good.

- Benicio del Toro: El año que este actor fue nominado como “Mejor Actor de Reparto” por Traffic, él reveló que tenía un talismán de suerte: un anillo con el centro de madera en vez de alguna piedra preciosa. El dijo que lo que le gusta de este accesorio es que, es como si estuviera tocando madera todo el tiempo. Y este anillo parece haberle dado la suficiente suerte como para haberse ganado el preciado premio.

- Lady Gaga: Esta excéntrica cantante pop, admitió que no tiene sexo cuando ella esta en etapa de composición o de tour, ya que ella piensa que tener relaciones carnales con otras personas, la desconcentran y prefiere de esta forma conservar sus “ jugos creativos”,tal como ella lo llama.

- Michael Jordan: El mejor jugador de basketball de todas las épocas, ha confesado que su amuleto de buena suerte es un short de deportes de cuando él jugaba en la Universidad de North Carolina. Este short se lo ponía debajo del uniforme de los Chicago Bulls, es decir, el equipo con el cual ganó múltiples campeonatos.

- Jennifer Aniston: Es frecuente que las personas le tengan un poquito de miedo al hecho de volar en aviones. Esta actriz no está exenta de esto, y para evitar cualquier susto, al subir a un avión, ella siempre le da una palmadita en la parte exterior de la nave como el avión en cuestión sea un “good boy”.

- Axl Rose: Este rockstar tiene una superstición bastante bizarra con respecto al alfabeto, con la letra M en particular. Y en consecuencia, nunca da un recital en una ciudad que comience con esa letra.

Creo que para terminar este post la frase “cada loco con su tema” no puede ser más atinada.

miércoles, 5 de junio de 2013

Hannibal: serie caníbal


Por Juliana Rodríguez | Tevé

Los psicópatas y asesinos seriales son el highlight de las nuevas series: Luther, The Killing, Bates Motel y The Following vienen marcando el rumbo del thriller psicológico en TV. Se suma ahora Hannibal, que le da una vuelta de tuerca más macabra (si es que se podía) a la imagen de Hannibal Lecter. La serie se centra en el personaje de Will Graham (interpretado con sutileza por Hugh Dancy), un asesor del FBI que ayuda a resolver casos de retorcidos asesinatos, básicamente porque tiene una extraña capacidad de hacer empatía con los les mentes perversas de los criminales. ¿Esa empatía es puramente mental, o parte de una tentación reprimida? Esa es una de las preguntas más interesantes que se abre a los espectadores.

Porque para controlar al joven Will, no tienen mejor idea que derivarlo a un psiquiatra con extravagantes apetitos: el doctor Hannibal Lecter, encarnado con escalofriante maestría por Madds Mikelsen (el malo de la película Casino Royale). Es justamente el nivel parejo y exquisito del elenco lo que diferencia a esta serie de productos menos logrados como la mencionada The Following. Porque mientras en dicha serie el único que se destaca es Kevin Bacon al lado de un villano que no asusta a nadie; en Hannibal, Lecter nos hace temblar de miedo como cuando éramos chicos y veíamos a la bruja de Hansel y Gretel. Y hay una sensación: si existiera realmente, este tipo podría servirnos como desayuno. Completa el casting Lawrence Fishburne, como el agente del FBI que de a poco descorre el velo de lo que sucede.

La atención al detalle en los climas oníricos, en la música, en la dirección de arte y vestuario y en el desarrollo de la trama hacen que Hannibal sea verosímil, tremenda, espeluznante. Y apta para espectadores con mucho estómago y pocos pruritos. 

La dan los miércoles, por AXN, a las 22.

martes, 4 de junio de 2013

El Rey ha muerto.

Por Pablo Durio | Literatura

Existe una Agencia Tributaria en los Estados Unidos de Norteamérica. Esa Agencia está subdividida en cuantas partes hace posible el monstruo enorme de la burocracia estatal, el organismo que representa el nivel mayor de aburrimiento y de complejidad absurda e inútil. Una de esas divisiones son los Centros Regionales de Examen, entre los cuales hay uno en particular, en Peoria, Illinois, en donde empiezan a registrarse una enorme cantidad de empleados con extraños superpoderes, algo así como unos X-Men pero sin sus trajes de cuero y cuyas mutaciones se mezclan entre lo inútil y burocrático y el sinsentido irónico narrados por un David Foster Wallace al borde la muerte, al borde de un árbol.

David Foster Wallace, voz-influencia-escritor estrella-generacional, está escribiendo sobre el aburrimiento y está cerca de los 50 años (tiene 46) y lleva 10 años escribiéndolo e investigando sobre ello (hasta llega a tomar un curso sobre contabilidad), cuenta con casi 2.000 páginas ya escritas en cuyos márgenes y pies hay un millón de notas y detrás de sí está su esposa, su editor, su agente literaria, la editorial para la que publica, el mundo entero que lo espera ansioso pero, sobre todo, los restos del único de los males que lo acompañó siempre: una terrible e incurable depresión.

Los médicos dicen que está estable, que después de su adicción a las drogas y al alcohol y a las malas compañías y a la soledad sólo lo espera un camino más tranquilo, no saben si de felicidad (nadie tan inteligente puede ser totalmente feliz) pero por lo menos de paz. Es el año 2008 y hace 6 años que conoció a la mujer con la que está casado: Karen Green, quien en 2002 se acercó a él ofreciéndole pintar paneles sobre su obra y él no sólo que aceptó los paneles, sino que también a ella y a su hijo. Llevan una vida tranquila: ella pinta, él da clases de escritura creativa (actividad que le da de comer) y escribe lo que él mismo llama “the big thing”, y su editor se muestra preocupado: llama a David para que asista a las reuniones y presentaciones y charlas que tiene pautadas pero recibe como única respuesta que ahora no, “sabes que si me lo pides iré, pero por favor no lo hagas, estoy trabajando en algo grande y sabes que si me distraigo me cuesta volver al trabajo”. Esa gran cosa es El Rey Pálido.

En una carta escrita a Jonathan Franzen (su amigo-enemigo-competencia literaria- y segundo puesto eterno en la lista de escritores miembros de la Generación x –el primero será, vivo o muerto, David Foster Wallace-) puede leerse lo siguiente: “Me siento, digamos, peculiar, que es la palabra adecuada para escribirlo. (…) Escribo a regañadientes, sumido en sentimientos ambivalentes acerca de lo que hago, hundido en el dolor. Estoy cansado de mi mismo, de mis pensamientos y asociaciones mentales, de la sintaxis, de hábitos verbales. Mi trabajo atraviesa por una fase de gran oscuridad, lo demás es luminoso y gratificante. De modo que puede decir que estoy relativamente feliz”.


Retrato de David Foster Wallace.
En el “relativamente” es donde finalmente se cuela la verdad: el 12 de Septiembre de 2008 Karen Green vuelve a su casa y encuentra a su marido muerto. DFW se quitó la vida.

“Lo bueno de todo esto: he perdido cerca de 10 kilos. Lo malo: ni siquiera he pensado acerca de escribir desde Septiembre. Y creo que no van a pasar hasta al menos 90 días antes de que me pueda poner a trabajar, aunque mi psiquiatra diga que estoy en una etapa bastante sana”, le había escrito a su agente literaria Bonnie Nadell, cuando ella quiso saber cómo andaba su trabajo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Los famosos y sus caprichos en los tours.



Por Gracia Zamblera | Gossip

Ya te dije una vez que con esta columna no pretendo cambiarte la vida pero con que te diviertas un rato a mi me sobra y me basta.
Hoy te voy a contar cuáles son los pedidos de los famosos cuando están de gira. Ahí van:

- Madonna, la reina del inodoro.La reina del pop posee un prontuario de requerimientos bastante extraños cuando se trata de alimentos y bebidas. Pero lo más curioso de todo es un especial pedido que se encarga de corroborar ella misma. Madonna pide un asiento de inodoro completamente nuevo para su baño privado… ¡en cada concierto que da!

-Sir Paul McCartney y las hojas.
El ex integrante de Los Beatles tiene un talento realmente indiscutido. Pero, no creo que respaldarse en eso sea un buen escudo para sostener las locas exigencias que demanda a cada lugar que va. Paul, amante de las plantas, pone en su lista las medidas que deben tener las hojas. Sin contar la comida vegetariana.

- Axl Rose se pone geométrico.
Las extravagancias del líder de los Guns N” Roses son conocidas por todos. En Argentina, por ejemplo, antes de un show en Buenos Aires, pidió un melón cuadrado oriundo del Japón, 18 rosas blancas en su habitación y una botella de vino italiano Borolo. Ya para su llegada al Perú, en febrero del 2010, el cantante demostró que puede ser incluso más exagerado. ¿Qué pidió? Nada menos que un piso entero. Y no cualquiera: reservar todo un piso del hotel más lujoso de Lima y obtener los planos de distribución y construcción de dicho lugar para encargarse él mismo de su supervisión.

- Prince y el film plástico.
Prince, el diminuto artista que nos hizo y nos hace bailar con canciones como Cream y Musicology, cuando esta de tour se transforma en una personita (sic) muy meticulosa con la higiene y la asepsia de sus camarines. Para esto, solicita que toda su comida esté siempre cubierta por papel film plástico y solo la ingiere cuando corrobora que la misma se encuentre cubierta como él lo desea. Además, deben estar recubiertas con este film los sillones y alfombras, y debe ser él quien les saque el envoltorio. Por último, el pide que un médico esté disponible las 24 hs. donde quiera que él se encuentre para administrarle una dosis inyectable de vitamina B12. Como podemos ver, para el principito la salud es lo más importante. 

lunes, 13 de mayo de 2013

Al escritor que me enseñó la muerte


Por Pablo Durio | Literatura

En la imagen se lo ve a Guibert solo, con la piel pegada a los huesos de la cara, con ropa que –ahora- le queda grande. Está flaco y solo y de esa belleza francesa que lo convirtió en uno de los hombres más lindos y polémicos de Francia queda poco. Casi nada. Le quedan sus ojos, siempre le quedarán sus ojos, aunque de uno casi no vea.
Está sentado en un sillón grande de madera de un cuerpo y se arremanga tanto la camisa roja como el saco azul. Espera una inyección, una más, una de tantas. De fondo se escucha su voz, en un impecable francés, que relata lo que estamos viendo. Se acerca la enfermera, lo toca, lo inyecta. Hervè Guibert, que nació en 1955 en una familia clase media cualquiera de París, tiene SIDA. Se está muriendo.

La imágenes corresponden al documental que grabó sobre su vida y sobre su muerte –sobre todo de esta última- llamado El Pudor o El Impudor. Ese es su relato final.

Fue fotógrafo, actor, director de cine y escritor. Fue periodista y escribió para Le Monde una columna sobre fotografía. Y ni siquiera todo su talento pudo opacar lo que la sociedad francesa le reclamaba y le reprochaba: que fuera abiertamente homosexual, que le gustaran los hombres, que escribiera todo el tiempo sobre sí mismo y que sus obras no fueran más que una mezcla “fría, glacial, insoportable y cruel” de autobiografía y ficción.

Guibert sabía que la sociedad no aceptaba sus gustos y quizás por eso decidió luchar abiertamente contra ella. “Cuando veo el hermoso cuerpo desnudo, carnoso, de un albañil en una obra, no sólo me gustaría lamer, sino también morder, jalar, masticar, tragar. No descuartizaría, según la moda japonesa, a uno de esos obreros para apretujarlo en mi congelador: me gustaría comerme la carne cruda y vibrante, cálida, dulce e infecta”. Vivió su vida pública como gay, aniquiló su cuerpo social hablando sobre la enfermedad y sobre lo que los demás llamaban su “suicidio sexual”, y se metió con uno de los máximos exponentes de la intelligentsia francesa de la época: uno de los amores más importantes de su vida fue Michel Foulcault, y sobre él escribió el libro que la catapultó al éxito, Al amigo que no me salvo la vida (1990).

Pero Hervè tuvo otros amores: Thierry Jouno, y un adolescente de 15 años al que se conoce como Vincent M. y sobre el que escribe el libro Fou de Vincent.
En 1988 le diagnostican SIDA y él vuelve su enfermedad el centro de su obra. Guibert coquetea con la muerte, baila con ella hasta que ella lo seca y lo aplasta y sobre ella dice: “La amordazan, la censuran, pretenden ahogarla en el desinfectante, asfixiarla en el hielo. Yo quiero que saque su voz potente y que cante, diva, a través de mi cuerpo. Será mi única pareja, seré su intérprete. No dejar que se pierda este manantial espectacular inmediato, visceral. Darme la muerte en el escenario, ante las cámaras. Dar este espectáculo extremo, excesivo de mi cuerpo, en mi muerte. Escoger los términos, el progreso, los accesorios.”

Mientras pasan los años y la enfermedad avanza, el coraje de Guibert (quien a esta altura ya sufrió la muerte de varios de sus amores y sus amigos) disminuye y aparece la vergüenza de afrontar la verdad ante su familia. El hombre que escribió todo lo que quiso sobre su romance con uno de los filósofos más importantes de la historia y que hizo pública su condición sexual sin la autorización de este último (cuando Guibert publica Al Amigo que no me salvo la vida Foulcault ya estaba muerto); el hombre que aceptó e hizo frente, estóico, a todas las críticas; el hombre que usó su talento como un revólver que sostenía mientras apuntaba mirando entre sus rulos para disparar al centro de un mundo que no lo entendía, sosteniendo la mano de otro hombre con fuerza, ahora tiene miedo de la mirada de sus padres: “Mi preocupación principal en todo este asunto es morir lo más lejos posible de la mirada de mis padres.”, anota, Guibert, con un brillo triste en la mirada y con el revólver ahora descargado, con la mano cansada.

Citomegalovirus, diario de hospitalización, trata sobre su muerte, sobre su soledad, sobre sus miedos pero también sobre su sentido del humor.  En el relata el período que estuvo internado tratando de no perder un ojo (citomegalovirus es –la obviedad de la no sorpresa y la redundancia- un virus común para los enfermos de VIH antes de la aparición de los antirretrovirales en 1996), entre el 17 de septiembre y el 8 de octubre de 1991, y escribe como una protección, como un antidepresivo. Escribe porque ya casi no puede leer y escribe porque ha decidió que hasta el último momento hará lo que se le antoje y se revelará contra todo el canon de la literatura francesa que llama a sus relatos peyorativamente como “literatura del yo”, y lo tildan de narcisista. Escribe para hacer pública su vida para que nadie después diga que él jugó con la publicidad de la vida de Foulcault para hacerse famoso y luego esconder la propia. Hervè amaba a Michel y lo extrañaba.

¿Por qué diablos no se terminará de juzgar al narcisismo? ¿Cómo un sustantivo encantador y serio pudo volverse tan trivialmente peyorativo? Lo que se denigra como narcisismo: ¿no es acaso el mejor de los intereses a los que uno debe dedicarse, para acompañar a la propia alma en las transformaciones?

Casi ciego por causa del SIDA, con un cuerpo que él mismo –amante de los cuerpos de los hombres- ya no podía soportar, Hervè Guibert intentó suicidarse en la víspera de su cumpleaños, y murió unos días más tarde, el 27 de diciembre de 1991.



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Obra: Citomegalovirus, diario de hospitalización.
Autor: Hervè Guibert.
Edit: Beatrz Viterbo Editora.
63 pág.