martes, 7 de mayo de 2013

Mad por Mad Men


Por Juliana Rodriguez | Tevé

Volvió Mad Men. Volvimos a respirar aire de series. La ficción más sexy, inteligente, glamorosa y dramática de la TV ya está en el cable con su sexta temporada, que tuvo un inicio a la altura de su fama. En un comienzo de capítulo doble, Don Draper (el personaje que originó entre sus fans una nueva religión: el “dondraperismo”) está como pocas veces lo vemos: de vacaciones. En pleno Hawai, disfrutando unos días con su nueva mujer, empiezan a ocurrirle cosas extrañas.
La nueva temporada retoma la vida de Draper y sus compañeros en la agencia de publicidad, ya en la década de 1960, y se detiene en esta nueva etapa: de su socio Roger y sus búsquedas existencialistas (con un humor sutil), de su ex empelada Peggy y su pase a la competencia; de su compañero Pete (personaje más odiado que el mismísimo Joffrey de Juego de tronos) y sus crisis maritales. No queda afuera la ex mujer de Don, Betty, convertida en una ama de casa cada vez más oscura y demente; y de su nueva mujer, que busca crecer como estrella de TV.
Con todo esto, Mad Men sigue siendo una estrella en la programación de dramas, básicamente por sus dos personajes principales: Draper y su búsqueda incesante (de identidad, de paz, de éxito, quién sabe hay al final de su búsqueda); y la vida adulta de una sociedad que se está convirtiendo en otra cosa (en una sociedad de consumo, en una sociedad que no sabe que está por perder una guerra tremenda como al de Vietnam).
Pero, por sobre todas las cosas, Mad Men sigue haciendo lo que mejor hace: ser una serie en la que parece que no pasa mucho, pero en la que todo significa algo. En la que toda escena, mirada, plano y música de fondo hace sentido. En el que cada escena está por algo. Por eso la vemos con tanta atención.
Lunes, a las 22, por HBO.

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