viernes, 10 de mayo de 2013

The Dark Side of “The Shining”


Por Maxi Audisio | Cine

Título: Room 237
Director: Rodney Ascher
Guión: Rodney Ascher
Música: William Hutson, Jonathan Snipes
Fotografía: Rodney Ascher
Año: 2012
Duración: 104 min.

The Shining es quizás el trabajo más enigmático de Stanley Kubrick por la experiencia de horror ante la que somos expuestos, la simetría casi enfermiza que maneja y su capacidad de desorientarnos al alejarse tanto del libro de Stephen King. Para la mayoría puede tratarse sólo de una película, para otros es una gran metáfora que desata múltiples teorías sobre dobles intenciones del director con mensajes ocultos e incluso una cubierta para revelar la verdad sobre los logros de la denominada era espacial. Un film que pese a tener más de 30 años de edad sigue generando controversias, inspirando el debate, la especulación y el misterio.

Ante tantas preguntas sin respuestas, el director Rodney Ascher no tuvo mejor idea que llevar a cabo un documental llamado Room 237 (si, al igual que la habitación en la cual Danny Torrance entra y se encuentra con un panorama horripilante) que explora las numerosas teorías sobre el significado oculto dentro de la película de Kubrick. El director investiga a través del documental todos esos significados ocultos en la película de 1980.
En dicho documental son cinco puntos de vista muy diferentes los que se exponen y ven la luz a través de una voz en off, fragmentos de películas, animaciones y representaciones teatrales, todo, mediante cinco entrevistados (que no son simples fanáticos, sino reconocidos profesionales del periodismo y de la enseñanza académica) que responden a preguntas simples, similares, pero conforme avanza el documental y sus teorías son comprobadas con las imágenes de The Shining, nos sentimos desorientados, y nos preguntamos si algunos de estos narradores tendrá razón en lo que dice.
En primer lugar, el periodista Bill Blakemore explica como The Shining es una alegoría sobre el destino final de los indios americanos mediante hachas (memorable escena de Jack Torrance destruyendo una puerta), latas de comida apiladas en algunas escenas y el cementerio indio oculto en los cimientos del hotel. De forma igual de convincente, el profesor Geoffrey Cocks muestra evidencias de como Kubrick insertó el tema del Holocausto a través del número 42, que aparece en múltiples ocasiones en el filme y que haría alusión al año en que los nazis iniciaron la práctica de la Solución Final con los campos de concentración y exterminio.
Por su parte, Juli Kearns y el músico John Fell Ryan, insisten sobra las múltiples etapas en la conciencia del pequeño Danny a través del recorrido de pasillos a bordo del triciclo y la posible manipulación de sus padres en esos ascensos y descensos. Aquí, mediante
recorridos virtuales demuestran que hay espacios con arquitecturas imposibles, ventanas donde no puede haberlas y habitaciones que no hay forma de que existan.
Otra de las teorías plantea que para comprender The Shining es necesario verla al derecho y al revés, de forma simultánea, y que todo esto es obra de Kubrick con la novela de Stephen King tan solo como pretexto de entretenimiento.
Pero la última y quizás la más interesante de todas, es la perspectiva desarrollada por el escritor Jay Weidner que relaciona el número 237 como un supuesto guiño de Kubrick para revelar su participación en el montaje de las imágenes del Apollo 11 y la llegada del hombre a la la luna.
En una escena de la película se ve a Danny jugando con cohetes en el suelo, sobre una alfombra. Está sentado dentro de un dibujo con forma hexagonal, la misma forma que la plataforma de despegue del Apolo 11. En un momento dado el niño se levanta, se aprecia allí que su pulóver contiene una imagen de la nave, lo cual haría alusión al despegue de la misma, mientras con el cohete en la mano, Danny camina hacia la temida habitación 237. Weidner explica y concluye que a los escolares de la década de los sesenta se les enseñó que la distancia entre la Tierra y el satélite lunar era de 237.000 millas.
Del documental se puede decir que busca de alguna forma la subjetividad. El director no cree estar en posesión de la verdad definitiva sobre la película, en su lugar intenta dotar desde una perspectiva determinada, esta eterna discusión cinéfila aportando nuevas (re)interpretaciones, miradas y curiosidades, transformandose en un filme sobre la naturaleza de la obsesión y la capacidad para comprobar que cualquier cosa puede ser real.
Por supuesto el debate no termina y las respuestas no son definitivas, nos quedamos tan solo con interpretaciones de lo que quizás Stanley Kubrick quiso demostrar con su película. Lo único que podemos hacer por el momento es ver y disfrutar de The Shinning y Room 237 en la búsqueda de esas significaciones que seguramente jamás sabremos si son reales o no.

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