lunes, 20 de junio de 2011

Odio al arte

Por Loli Barilari | Arte

Amar al arte es también odiarlo. Así lo aseguran algunos colectivos que se oponen al negociado que para ellos supone el arte contemporáneo. Sobre este tema, Kiko Amat, periodista cultural y anglófilo, sacó recientemente un artículo en el suplemento cultural de La Vanguardia, confirmando que el odio al arte es tener unas inmensas ganas de romper a sillazos el tiburón de Hirts, pieza obsoleta si las hay, pero valorado en 18 millones de doláres.
Y es que creo que todos alguna vez sentimos desilusión al ver un cuadro abstracto con sólo una mancha, o nos causó desconcierto una escultura con una misteriosa forma indescifrable. Esto puede generar menosprecio al arte, pero no sólo por no poder entenderlo, sino sobretodo por lo elitista que tiende a convertirse.

Amor-Odio
No podemos discutir que el arte actual es variado y se presenta en múltiples formas y mensajes. Sin embargo, también debemos reconocer que esta diversidad provoca ambigüedad. Así, se plantean polémicas entorno a su pureza, y a su tendencia hacia la frivolidad, además de lo poco claro que a veces resulta su comercio. El mercado del arte posee gran poder, es manipulador, especulativo. Ya nada nos sorprende, desde que Banksy, estrella del street art, se convirtió en uno de los artistas más codiciados en las subastadas de Sotheby’s, refinada casa de Nueva York. Con la intención de profundizar en la gran incógnita de cuál es el valor del arte, y cuál es su rol en la economía capitalista (gran debate), les propongo conocer algunas tendencias que dicen ser odiadoras del arte.

Los Art Hate
Art Hate es un colectivo inglés integrado por artistas que organizan eventos anti arte y realizan obras con tono contestario. Coordinados por el taller independiente L-13 (Light Industrial Workshop) de Londres, surgieron a mediados del 2009, de la mano del pintor y músico de punk-rock Billy Childish. Al grupo se unió Jamie Reid (antiguo diseñador del los Sex Pistols) y James Cauty, ex miembro del dúo "The KLF" y del grupo activista "K Foundation”, antecesor de los Art Hate. Los K foundation lograron fama mundial tras quemar públicamente un millón de libras en 1994, además de organizar el premio K Foundation 1994, en 1993. Este galardón fue otorgado al peor artista del año, que en aquella ocasión fue Rachel Whiteread, ganadora a su vez del premio Turner, de la Tate Gallery para el mejor artista británico del año.

Los Art Hate funcionan como una sacudón ante la aceptación del arte como un recurso de élite. Se oponen al arte contemporáneo que no parece tener sentido y que sólo busca ganar más dinero. Buscan terminar con la emoción manipulada, y destruir el mercado homogéneo, no crítico y su popularismo aburrido.
Algunos enemigos del Art Hate son los artífices del shock-art, arte de choque, que utiliza recursos turbadores para sorprender al espectador. Este tipo de arte recurre a las sensaciones más íntimas e intensas a través de imágenes escalofriantes, olores o sonidos. Un ejemplo de esto es el artista austríaco irlandés Gottfried Helnwein, quien utilizó su propia sangre para pintar un retrato de HitlerLos Art Hate ven a este arte como inútil y patético, además asociarlo profundamente a un fin lucrativo.
Los Art Hate se oponen, además, a las Tracey Emin y los Damien Hirts del mundo. Tracey Emin es una famosa artista inglesa, conocida por su obra "My bed", en la que presenta su propia cama en un ambiente de dejadez total, rodeada por objetos personales como ropa interior y condones.
Se oponen a Damien Hirts quien ha dominado la escena del arte desde principios de los 90, siendo el artista vivo con la obra mejor pagada. Él es conocido por su serie de Historia natural, en la que animales muertos son preservados en formol. Uno de sus trabajos más polémicos es la pieza de la que hablaba Kiko Amat, "La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo": un tiburón real en una vitrina.

"La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo"
Damian Hirts. 1991
Los Art Hate protestan, pero pintando cosas excelentes. Realizan campañas de marketing de guerrilla, organizan la semana del odio al arte, preparan exposiciones, publicaciones, graban discos, realizan objetos, collages, y carteles políticos de estilo antifascista.
Dicen señalar con un dedo a los políticos, y con el otro a los alumnos de universidades privadas. Utilizan un símbolo de gran fuerza y controversia: una esvástica colgada de una horca. Para ellos este recurso es un emblema de resistencia contra el fascismo cultural, dominado por burócratas del arte.


Sus carteles tienen frases como “Qué ha hecho el arte por ti”, o “Actúa como una mujer real. Unete a las mujeres que odian el arte” o “El arte nos hará libres”. Uno de sus últimos trabajos fue la serie de carteles publicitarios del ultraderechista Partido Nacional Británico (BNP). En este caso difundieron un detergente, con el slogan, "El BNP Power. Lava más blanco”.

*Para curiosear en la página de los Art Hate, aquí.

El Stuckismo

"El arte que necesita estar en una galería para ser arte, no es tal".
Billy Childish hacía ya 10 años que había formado otro movimiento inconformista. Eran los Stuckistas, surgidos en 1999, junto a Charles Thomson. Nació con el fin de promover la pintura figurativa, ante la gran movida del arte conceptual. Se autoproclamaban buscadores de lo autentico y pusieron en valor la pintura como medio expresivo, frente a la superficialidad que veían en el arte conceptual, tan de moda en ese momento.


Los Stuckistas escribieron un manifiesto en el que dejaron clara su visión del arte, donde no existe el gris. Radicalmente afirmaron que "los artistas que no pintan no son artistas". Además de estas declaraciones tan provocadoras, planteaban una consciencia más pura del arte sin contaminación comercial. Apostaban por el artista amateur, entendiéndolo no como principiante, sino como amante del arte. Se alejaron de los premios, de las instituciones oficiales y de cualquier academicismo, abriendo su propia galería.


Realizaron protestas burlescas frente a la Tate Gallery en contra del premio Turner y montaron una exposición títulada "Un tiburón muerto no es arte", donde exhibieron un tiburón de Eddie Saunders que ya había sido expuesto en 1989, dos años antes que el de Hirst.


Finalmente, el Stuckismo, a pesar de negarse a los ismos, fue un movimiento firme, que propuso pensar sobre el egocentrismo de ciertos artistas y el conservadurismo con el que se mueve el arte.

*El Manifiesto Stuckista aquí

Si te interesa seguir el debate
Para ahondar en las polémicas planteadas por estos grupos anti arte podés mirar el documental 'La burbuja del arte contemporáneo', de Ben Lewis. Allí descubrirás el impacto de la actual crisis económica en el mercado del arte y cómo éste se mantuvo sin caídas gracias a la especulación. Acá te dejo el enlace para que lo veas on line:



Otra opción es el documental dirigido por el mismo Banksy, 'Salida por la tienda de regalos', donde podrás conocer cómo surgió Brainwash, un street artist, que como Banksy, se subió a la cresta de la ola.
Y para leer: 'El Tiburón de los doce millones de dólares', de Don Thomson. En el libro se develan las estrategias que impulsan precios disparatados en el mercado del arte.

No pares de pensar

Espero este tema haya despertado debates, reflexiones, o la mera curiosidad de algunos. Lo importante es poder ser críticos con el arte y con ciertos artistas. Sobretodo con aquellos que ya han alcanzado fama, y que en algunos casos, pueden estancar la evolución y surgimiento de nuevas propuestas. Saber además que el arte responde a la misma dinámica que cualquier otro objeto de nuestra sociedad, no es mala palabra. Simplemente, es necesario poder medir hasta donde el fin lucrativo de una obra, se impone sobre su mensaje.

Fuente:
Kiko Amat, "¿Arte conceptual?¡Capullo!", Culturals, La Vanguardia, 18 de mayo 2011.

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