lunes, 3 de octubre de 2011

Elvis: entre ídolos y héroes

Por Georgina Vorano | Cine


El septiembre pasado nos trajo un ciclo completito sobre Elvis Presley en el Cineclub Municipal, con una selección de películas, documentales y conciertos en los que se pueden ver sus orígenes y mejores momentos en el escenario, cuando se lo llamó “El Rey del Rock´n Roll” (“Elvis, los primeros años” - “Elvis, the early years”- EE.UU. – 2005 - James Steven Sadwith), sus retornos (“Elvis 68´ Comeback Special”- EE.UU. – 1968 - Steve Binder), y su decadencia y trágico final (“Elvis: 1935-1977 Videobiography”- EE.UU. – 2007 - P. Badham). 

De la cima al abismo 

¿Cómo es posible que alguien con el talento de Elvis Presley, prácticamente fundador del género Rock’n Roll, puede ser recordado muchas veces en sus momentos de decadencia? El maquiávelico managger Tom “El Coronel” Parker es parte de la respuesta. 
“El Coronel” fue quien puso en marcha la maquinaria de exhibir, con una producción frenética de 75 álbumes de estudio, 31 películas y otras tantas producciones de TV, logrando al comienzo que Elvis fuera considerado una mala influencia moral por los padres, y promotor de la permisividad sexual y las orgías por parte el gobierno. El resultado de algo así: chicas enamoradas locamente y chicos usando peinados raros, pantalones de cuero y anteojos negros; convirtiendo a Elvis no sólo en un icono sino también en el ídolo de la década de los 60. 

¿Qué tienen los ídolos que tanto nos fascinan? 

Si los héroes son sufridos, tienen un talón de Aquiles y hacen hazañas con las que van más allá de su debilidad a fuerza de tozudo coraje para salvar a un niño, un anciano o un pueblo entero para ser recordados, pero fundamentalmente para salvar a la chica y ganar su amor, los ídolos quieren simplemente que todas las chicas los adoren. 

Así es que la televisión y los posters, los managgers y las empresas pueden fabricar un ídolo, pero no pueden fabricar un héroe. Es que hay algo que no se puede producir, el punto débil, lo único que a los ídolos les falta. Aunque sabemos que no todo es felicidad para estas imágenes que idolatramos, y entonces podemos pensar que su autodestrucción narcisista y el vacío existencial es lo más cercano a su Talón de Aquiles, con su propio altar cayéndoseles encima. Quizás por eso, los héroes, de ideales y predicamentos externos a sí mismos, nunca se suicidarían por falta de sentido o -en términos de rock-, no morirían de una sobredosis. 

Dime quién te mata y te diré quién eres 

Si el héroe nos causa ternura porque tiene una debilidad que lo hace posible, real, y nos permite amar su genialidad a través de su desgarrada humanidad y sus heridas expuestas; el ídolo nos causa veneración como toda imagen alta y lejana. Y las imágenes no tienen agujeros. Quizás por eso al ídolo lo queremos desgarrar, romperle la ropa, encontrarle con morbo ese compartimento secreto en sus vestiduras donde esconde algo descocido. ¿Y si no se lo encontramos? Es necesario hacerle un tajo. 
Será por eso que a los héroes los matan sus rivales, y los ídolos se matan a sí mismos o los matan sus fanáticos. 


Te dejo acá una nota interesante para leer al respecto: “Cuando la debilidad hace la fuerza” de Alicia Dujovne Ortiz.
Y esta otra, “Carne”, de Mariana Enríquez. 

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