lunes, 18 de abril de 2011

No querías caminar,

sólo buscabas estar sentado, tu cuerpo descubierto y al sol. Te cuesta la idea de esta tarde. Por qué tiene que caerse la piel. Hombres que pasan por la calle miran tu obstinación. Él va a conducir rápido y vos no le vas a poder decir que baje la velocidad. Ahora podés ver las cosas más claras. Hoy vas a estar otra vez en la ciudad. La noche aparece cuando tu cara indica su estado y probablemente sea pronto de mañana. Te daba pánico no sentir el suelo, los días que al regreso te mareaban. Soñaste que eras el mar y en tus sueños los barcos te entraban demasiado cerca. A la noche flotando vaciás las estrellas. Acá y en estas luces. La última vez que viste el mar estabas al sur. Y el agua hoy pasó sin reparos por encima. El sol del otoño no quema. En tu cabeza todos los lugares son iguales, fuera de lugar todo pierde sus características propias. El dibujo de un pueblo fantasma y una graciosa escena familiar donde todos se pelean por la música que tiene que sonar. Y las casas. Todas las casas están bien solas.

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