domingo, 31 de octubre de 2010

El cielo está oscuro

y súbitamente un trueno abre una vez mas mi abismo. En la oscuridad pienso en los hombres y este mundo que creamos. Nosotros, alados, carnudos, de rodillas, suplicando, de pie, moribundos. Millones y millones de nosotros quejándonos y la mano eterna de quien nunca deja de estar a nuestro lado. Veo todo esto y mi alma se congela, me siento hecho pedazos ahora y esos gritos podrían ser de moribundo o de amor pero mis ideas de libertad están atadas a la noche. Mi ideal contiene un cielo oscuro bajo el que me puedo sentar y pensar, sin miedo de los dragones nocturnos ni lugares donde desaparezco. Me siento perplejo a editar párrafos que hablan de un lugar mejor, delicado, tejiendo la visión de una noche inadmisible. Desde siempre puedo dejar de pensar y quedarme al lado del viento, soplando. Dios me dio esta posibilidad, la de estar despierto otro amanecer. Cuando espío a través de la ventana, acecha el día otra vez cortado.

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