Ryan Adams derrotó una vez mas a sus fantasmas y regreso con uno de sus mejores discos. Aqui, otra vez nos cuenta la caída y la redención.
Todos alguna vez se asustan, todos alguna vez lloran, alguna vez se espantan, algunos se alejan, alguno desata una furia y algunos abandonan todo. Ryan Adams no. Él pone la otra mejilla para que el dolor que baja al final de la noche no se calle, sólo se vuelva piadoso. Su voz sentencia que todo va a ser en vano. Nuestros cabellos se tornaran fuego, estaremos descalzos en la noche buscando la luna. Todo será en vano, lo que fue amado quedará para siempre junto a la luz de los solitarios, junto a los restos del olvido, los huesos de lo que no ocurre, en la penuria de todos los que somos domesticados. Ryan Adams es un hueso duro de roer, como todos los que lo escuchamos. Los que escuchamos sus canciones jamás nos encontraremos en las mañanas del mundo.
Me gusta Cardinology porque comemos del mismo plato, no una comida, un festín donde no interviene lo banal sólo la luz de nuestros mundos.
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