martes, 2 de noviembre de 2010

4 de noviembre

El suelo esta embebido en tu nombre, bajo este suelo cruel del mediodía, sólo para sacar a su dueño afuera. No hay madrugada dolor ni homenaje que hubieras aceptado darme algún día. Otras cosas podrían haber habido, pero hoy sólo quiero verte como la lluvia del mundo sobre la tierra que nunca recibió bautismo ni bienvenida. Habiendo vivido todo lo que viví y habiendo bebido todo lo que bebí, habiendo vivido todo lo que me pasó y no me tocaba, he sabido soltar para mi bien y para mi mal algunas cosas para mi deleite o sorpresa. Debo decir esto mientras me voy terminando, que me voy a quedar por ahí, para deleite de quien se queda en un final. Ser uno el que se finaliza es tal vez la peor parte del final, que no por ser muy advertido debería ser menos estrellado. Por eso, por pena, por mérito, quiero que me develen el final, la perfección anticipada, la clave de claves, para conocer la perfección de un momento insuperable, como si a cada rato me quitaran la certeza de saber donde quedaste para siempre o si vas a reaparecer hacia el final a donde, estoy seguro, sólo hay sombra y ni una mísera vela para leerte.

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