martes, 2 de noviembre de 2010

Tengo un dolor telaraña y una alegria asombrosa

caSi vive o si muere con mi sangre y algunas fotos amarillas, tendré que sepultarme y enterrarme para siempre bajo estos callejones, esperando como espero siempre los días de la sangre y las noches de la muerte. En cada carnaval queda un tendal de pibes tristes, y ahí estas vos y tus huesos soñando en una eternidad ronca, dándole una mano a las nubes y otra a las calles vacías y a mis dudas. Yo tenía mis días buenos y a cada uno le regalé un duende. Por cada mes de azúcar, venía uno de muerte. Odio cuando te gritan desesperadamente. Sólo nos queda la tierra, el espíritu, la soledad y esta botella que parece ser una mezcla hirviente. Las noches trágicas y las mañanas cristalinas me han doblado la sangre. Ahora viene el típico temblor que me arrastra al verano. Que se cumpla tu vida, que se cumpla tu suerte. ¿Qué va a ser de mi sangre si en tus días se pierde? ¿y de los soles por venir? ¿y de las hojas amarillas? ¿y de la tibieza de tu corazón? ¿y que va a ser de este crepusculo que nunca me miente?

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