martes, 2 de noviembre de 2010

Sólo los nombres no han cambiado

"It's never over, all my riches for her smiles when i slept so soft against her..." Jeff Buckley.



Muriel
Hay un punto en el que una ausencia resuena. Hablo, como es obvio, del silencio. Hay un punto en el que resuena lo obvio de ese silencio. Es el ruido de esta lluvia acumulada en tus ojos, es la tibieza de tu respiración esfumándose de golpe por la irrupción fría de una pregunta que evidentemente a nadie le gusta escuchar y a la que respondiste "no vinimos a hablar de mí". El río de un final a la deriva en otro río, un río que esta noche no responde a ninguna llamada. Cuando te hablo siento que el mundo se cubre de plata y la tarde se vuelve brillante, pero ayer, en el momento de un último trago festejando tu cumpleaños sin vos, al levantarme y adivinar la fragancia de un perfume sin cuerpo, de un cuerpo sin color, de un río sin cauce, me cubrió la ebria fragancia de tu ausencia. 

Monique
Me temo que no ves nada. Tus ojos destejen la ilusión de querer, basta que te vean y no hablen de vos. Tu alma perdida se pelea en un túnel oscuro. La melancolía frota tu belleza y yo, en silencio, saco mis manos y en el aire me paseo como una momia sin pirotecnia. Daría en el silencio, en el vacío, en este momento. Una clase, un elogio invisible del cielo. Ahora que la electricidad no es pegamento, ahora que parece que todos podemos morirnos o llorar para siempre, ahora que el sol de mi risa es este, ¿qué más puedo pedir? Los días se unían a vos y nada interrumpía las poderosas decisiones de la naturaleza. Tus eslabones,
tus días fértiles, todas tus trabas, enmudecieron a tus ojos. Vos pasabas, al final, vos pasabas, y un desierto envalentonado arrasaba mi cuerpo tomando la forma de la velocidad. Una lentitud, la mas enorme. Un elogio terriblemente invisible.

Cecilia
Estos tal vez sean los sonidos que dejaré al irme. En el reflejo del sol, detrás de una nube, he encontrado por azar el mismo cielo que los sonidos de tu infancia, he respirado el aire que en el mundo dispersa el humo del fuego en el que bailabas mientras se acercaba la noche, con su rumor, sus temblores, sus sombras y su desierto. Vas a oír todos los reclamos, verás todos los trabajos y el sudor de mis manos; serás la invitada, la expulsada de la fiesta, la indigna de abrir los ojos y leer estas palabras que te describen.
Yo voy a ser el necio, las señales de humo que te guían, el olor del fuego ardiendo, el vuelo de los pájaros y las mentiras demandadas. Y debajo de las heridas, y debajo de las lágrimas, y aún más abajo, sobre todo lo que crece, encontraré el hueco por el cual entraré yo, el que siempre sabe dónde encontrarte.

Paola
Me levanto temprano y por la ventana veo crecer el día y con el día al sol. El sol se levantó antes, me aventaja varias horas. Primero en la ventana, luego en el cielorraso y las paredes. Seguramente antes lo hizo sobre la superficie lisa del mar. Gracias al sol me encuentro con ella. Ella es mi casa. Ignora, como yo, su futuro, los atajos, los problemas, los puentes escondidos aunque ella, si quisiera, podría adivinarlo todo. Confía y espera, igual que yo, mientras acaricia todas las cosas. Ella es buena y apasionada, sutil y distante. Es mi heroína y nunca mira atrás. Ella se aproxima lentamente bajo una luz tenue. Ella confía y espera. Ella espera poder ver cada cosa, cada cosa dentro de su instante. Ella dice que volverá, que es lo único que quiere hacer en la vida. Le creo. Me dice que ahora tiene que marcharse. Se acerca, acaricia mi cabeza y llora. Nos quedamos ahí, en una suerte de silencio perfecto. Pasan muchos minutos.

Brenda
¿Habrá otro cielo enorme donde estas canciones suenen esta noche? ¿Será un rostro fugaz apenas visto en los corredores de la madrugada? Mientras los porteros bostezan y los chicos regresan ebrios, hay alguien que habla de amores que se acabaron y lágrimas sinceras. Los amantes se llaman por teléfono sólo para escuchar su propia respiración. Pero alguien, algún día, en el desorden encontrará aquellos recuerdos y un poco de aquellos besos y, mientras silbe una canción gris, querrá quemar su alma en las líneas de su recuerdo. Y alguien dirá que la realidad es superflua. Por que es así. Me gusta cómo hueles, y cuando te abro deslumbrado, beso tu luz oscura. Estoy ciego, guiame. Nunca sabrás cuanto te disfruto. Iluminame con tus señales húmedas y ese tacto atrozmente sensible. Es así. En esta noche tus latidos irregulares son la respiración del mundo.

Lucia
Rigurosamente la encuentro cerca de las diez. Siempre vestida de negro. Paga su boleto y sube. El aire en estos días es tan tenso que este invierno parece que te ahueca. Al otro día, el reloj nos convoca al punto de partida. Nos vamos transformando en autómatas: yo en un extremo del trole y ella caminando por la vereda opuesta a la que camino. Yo agazapado, ella al descubierto. Yo como un ladrón, ella a plena luz. No. No me quedaba esperando su regreso. Yo vuelvo sobre mis pisadas por el camino leyendo al tiempo transcurrido como el secreto de un día de rodillas. Me hundo en los días y las noches, destrabo la penumbra con sus cabellos de seda y, en la lluvia,  caigo sobre sus ojos. Los días me construyen igual que alguien descubre su furia, o como el ojo alerta del que ya conoce el infinito, los sueños sin memoria y la pared a donde van los desahuciados. Parado en el olvido un pibe ve pasar su día y ríe. Ella, de nuevo, una y otra vez, canta su canción con mil horas.

Soledad
Siempre esperando partir, siempre esperando el desenlace. Como aquietar la furia sólo con poner la mano en el disfraz secreto de las palabras. Muy lejos del olvido, ella se instala en este mundo de frente a mis plegarias. ¿Qué sed no es peligrosa? Te lo podés preguntar por siglos mientras adorás el recuerdo y la palabra cicatriz. Regresás a vos. Tu paciencia, tu impulso abrazó a la más grande de las furias previstas. Mirá a través del vidrio en la ventana. Ahora sí te ha llamado la mancha escondida en la sombra a un costado de un auto, al sur de mi corazón. Ella se guarda nuestro mundo debajo de su ombligo, mientras calla. Ahora, arriba, en otra vida, está la noche y unas palabras que me encandilan en la punta de sus dedos. Hunde su copa llena de palabras hirientes. La entierra en mi. La retira vacía. 

Victoria
He vendido tu destino mirando mi reflejo apenas perceptible. Una tarde de abril dejé que el cielo amaneciera en tus ojos y me abandoné a discurrir la vida. Cada paso que doy son tus pasos. Vos me abrirás las puertas de este gran laberinto. Yo tan sólo soy un niño llevado de la mano. Ella tiene sus ojos verdes en su cara pequeña, de orejas pequeñas. Tiene un cuerpo finito que apenas se sostiene. Su cabello largo y ondulado es el remate que da vida a este ser fabuloso. Yo sé que vivís alegre, rodeada en tu cuarto de extrañas criaturas de peluche, y sé que a veces amanecés con esa mirada rara. No pienses que deliro, por más que tus cosas me parezcan increíbles yo sólo apenas te describo este bosquejo de este mundo asombroso que aún miras con ojos de niña. Todo en ella es combustión y, por eso, hoy se prende fuego de nuevo.

Pamela
Deseo que te desaten las cadenas. Acaricio el silencio que hoy me acompañó a la mesa. No cuentes que te hago trampa, no digas que te espío y me divierto. Te veo sonreírme algo turbada. Es cierto que hay que ser cauteloso para abrazar los regalos del día. Tu estrategia sin diseño es dejarte ir, arder sin plan para incluso todo lo que te tome desprevenida. Vos creés en lo pequeño y bello de la vida. Para vos no pasa el tiempo y la distancia no te roza. Tu pecho está lleno de nubes y solo te basta tu sed para entender lo rugoso de la vida. Los detalles son siempre elgo inmenso, una inmensa hoja de días que el viento barrió hasta vos. Tus ojos encendidos las guardan como un tesoro, como si fuera un mapa para hallar la felicidad guardada en tus venas. Quiero tomar tu agua, beber el extracto de tu alegría y revelar el secreto dormido de tu tristeza polar.

Rosie
Estamos tan creca sin poder tocarnos, como los bordes estremecidos de una herida que nunca cerrará. Cada uno le pide al otro el fuego de su vida. Nos consumimos en la entrega, dos vidas fundidas en la pasión. Entonces sólo arden los despojos, lo que arde de nosotros, estar tan lejos sin poder aproximarnos. Los labios inertes, la vida sin saliva, todo tu cuerpo erupciona. Es como una llaga viva. Este silencio eterno te cincela y purifica, te vislumbra otras intensidades, vibraciones extrañas de espiral y ecos. Cuando estás hambrienta, acechás. Sos una cazadora furtiva, el ojo puesto en la mira. Estás alerta al instante, fugaz, imperceptible. Tu presa se distrae y le asestas el golpe fatal, le arrancás su corazón y su sexo. Tu trofeo te ceba y casi distraídamente esperás un nuevo botín. Saciada en las sombras, racional y fría, apuntas ya sobre tu próxima victima maltrecha.

Julia
Hoy es dia de sonreír. La superficie del día es transparente y no me parece sensato tentar la suerte del mundo. Al fin y al cabo, fue casi por azar que te conocí, ¿te acordás? Te reías de mí con la boca llena de sarcasmos. Pero sí, hoy es día para sonreír. El cielo brilla indiferente y produce un efecto que nos ablanda a todos. Además, nadie escucha la canción de los mansos. Yo te señalé cómo nos perdimos en lo profundo y ahora estamos aquí a merced de las palabras. No valen tus intenciones, que vengas no es argumento suficiente. Tu sombra es peligrosa siempre, te refleja y no te refleja. Pero ya no hay más de mí para vos. Te lo digo para que no insistas. ¿Dónde estará tu sueño de vapores y despertares felices? Hoy es día de sonreír aunque yo crea que la vida no te da oportunidades. Eso sí: te oí más tierna, más ilusionada, y ambos -me pareció- tirábamos de la vida. Está bien. La fantasía puede ser un cáncer que se lo lleve todo, pero ¿dónde se ocultará entonces la ferocidad de tu sentido?

Para Ciro

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