miércoles, 17 de noviembre de 2010

Diario Marplatense I

Por Mato Ludueña | Cine

Paramos el colectivo con el pecho (casi literalmente)… Tuve la sensación que B.B. tuvo un ataque de histeria y le duró cerca de quince minutos, que fue la tolerancia del colectivo para salir de la terminal. Una vez embarcados tomamos nuestros lugares y esperamos a que B.B. recuperara su ritmo cardíaco normal.

Chk Chk viajó sentado y aplastado, a mi derecha. Nos separaba el pasillo y también la maquina expendedora de agua fría y café caliente, lo cual resultó un beneficio no por la bebida que estaba a mano, sino por el cesto de basura que comprendía el mismo mueble. A mi derecha viajó-durmió B.B. que contempló la salida de Córdoba por la ventanilla, antes de caer en un sueño reparador. 
Si bien no dormí mucho (las vibraciones del colectivo me generan una molestia intestinal), el viaje a Mar del Plata resultó relativamente corto. Surgieron discusiones, risas y malentendidos. Nos llamaron al silencio repetidas veces: nos poníamos a gritar nombres de películas, directores, lugares, músicos, y algún que otro epíteto como respuesta a algún comportamiento fuera de lugar durante la hora de dormir, aunque discutiría eso de la hora de dormir, porque en un viaje en colectivo todo el tiempo es la hora dormir o nunca lo es(...)


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