martes, 2 de noviembre de 2010

Uno

Ellas avanzan en círculos y no es la música la que las recibe, son sus milagros los que se trenzan. Bailan abrazadas por los amarillos los violetas y los rojos de sus sonrisas, dueñas de tierra que no tocan. De ellas salen las hojas y las noches como planetas que andan sobre su sombra. Miralas irse, sobre el sonido de sus risas, no son ellas quienes cantan y sin embargo sus canciones las hacen reír con la boca cerrada. Ellas conocen el hambre y los frutos, hilos de oro corren por sus cuellos, la siesta y sus pecados; son las únicas que pueden ver la muerte de todos ya que nos pueden mirar de frente. Es así porque no conozco cómo es vivir sin ellas. Dejo hacer a mi vida, su futuro, su digestión, porque no conozco las formas de despedirme de ellas. Hago vibraciones, mejoro el silencio, vuelvo a flotar en sus aguas, trago sus líquidos.

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