martes, 2 de noviembre de 2010

Dos

La vida es un doble ojo que se inclina para mirar a pique un mundo pleno, la vida que no se alquila, un libro que respira e imprime lo que continúa, lo que sigue. El nuevo día es un contrato no leído, cerrado, la vida que no termina, un minuto a su favor que se cobra, un minuto a plazo fijo, un postizo por un tiempo, algo que te alumbra bajo techo. Alguien se inclina e inicia una aventura, un renglón que se consume y mira su día, su punto ciego, el día que termina, una hora menos. Sólo es cierto lo que es verdad, lo que no sale, lo que no se guarda. Un patrón que mide la verdad percibida o lo que sólo es cierto. Un aplauso para aquel que transgreda la voz serena, la mordaza amarga; un aplauso para aquel que pudo abrir el día, cuando retumban palmadas para los insectos, para los que malinterpretan las palabras, los que duermen afuera, los que no sonríen, los que dan vida sin ser dicha y para los que se despiden como quien duda qué día se debe seguir viviendo.

No hay comentarios: