martes, 2 de noviembre de 2010

Las diez mejores maneras de olvidarte del mundo

Reseña de discos para la revista de cultura Ciudad X


Por CJ Carballo
Es probable que esta década te haya expulsado de forma fantasmal y todo lo que tenés que hacer es no dejarte caer. Todo lo que tenés que hacer es volar. Cuando bajamos de nuestra torre de cristal, a veces no hallamos el mundo y nuestra ciudad no esta disponible para nosotros. Para dejar de pensar que el tiempo se ha estacionado y que el rock es un perro que se muerde su propia cola, te ofrezco diez formas de regalarte mi leal incomprensión, diez discos que no te hacen ni un buen esposo, ni un buen hijo, ni una buena caída; diez discos que no te ofrecerán el zeitgeist de esta década pero escucharlos, seguro, te habrá bastado. Vibrar con alguno de ellos será además de lo que olvidas, aquello que vas a recordar. Prenderte fuego con ellos te va a hacer decir “wow, hoy no estoy adentro mío”.

Wilco. Hotel Yankee Foxtrot. 2002.
Wilco es la mejor banda que ha surcado esta década; este álbum, el mejor lugar para entenderla y entenderte. Un opus desaforado, un salto al vacío, una producción arriesgada y canciones que te cortan la respiración. Ideal para escucharlo con las venas cargadas de noches. Jeff Tweedy te transforma en un árbol incendiándose. Él, el navegante sin océano, te lo advierte: nunca le preguntes por qué las puertas jamás se cierran solas. Durante años estas canciones flotaron en mi aire. Que sólo estuvieran siempre disponibles me ha bastado.

Ryan Adams: Rock n Roll. 2003.
El muchacho díscolo del alt–country americano realizó su obra maestra durante una temporada en la que intentó auto combustionarse consumiendo todas las drogas posibles y logrando que todas las chicas del mundo le rompieran el corazón. Canciones como dagas, la muestra cabal de su contundente talento compositivo. Un joven viejo lobo que te regala un radiografía desmayada de su corazón esfumado en noches hechas pedazos.
Rock n roll es un disco que te hace saber que el aprendizaje no fue divertido, que en la vida algunas cosas salen mal, y que las tentaciones y algunos comportamientos a veces son tu forma de reconocerte. Ryan siempre descansa sobre un mar furioso, sobre una posible tempestad.



Queens of the stone age. Songs for the deaf. 2003.
El rock nunca va a morir si seguimos encontrando gente salvaje dispuesta a reinventarlo. QOTSA, junto con Dave Grohl de invitado, alumbran un disco de elevado octanaje rockero, un cóctel demoníaco que te transporta a un mundo extraño, irreal, divertido, intenso y vagamente deprimente. Un disco para vivir de noche, para recorrer la ciudad semivacía en un taxi de juguete que haga ruidos infernales, mirando a la gente como cucarachas que escupen callejones y buscan sexo fácil en lugares infestados de tiburones. Acosado por gentuza que no para de mandar mensajes de texto, me sumo exhausto, llamo a mis amigos, les mando el siguiente mensaje, urgente: “VENGAN RÁPIDO. SUFICIENTE LUGAR EN LA BOTELLA DE ABSOLUT. NADA QUE HACER. LINDAS CHICAS. APÚRENSE. ESTO NO PUEDE DURAR PARA SIEMPRE”.

The Stokes. is this it? 2001.
Los Strokes entregan un disco definitivo que define la década. Su álbum debut es contagioso y adictivo. Llega a vos sin saber cómo empieza y mucho menos, cómo va terminar todo. Escucharlo es una razón suficiente para patear la tristeza y los dramas del día, borrar las fronteras y querer enterrar todo en el olvido. Is this it? contiene todas las palabras no dichas que te dan vida y dolor, sentido, sueños compartidos, singularidad, risas y tristezas mayúsculas. Los Strokes son lo que te comparte, divide, resta, suma y multiplica. Is this it?, un disco que te regala la alegría, la pasión y, por qué no, la melancolía.

Morrissey. You are the quarry. 2004.
El emperador de la canción desconsolada un día regresó. El príncipe infeliz una vez pudo capitalizar el éxito de crítica y de público. You are the quarry, un disco que te evita la tentación de rendirte a la novedad. The mozzfather posee definitivamente la estatura de un clásico de una gema, de un artista que cabalga elocuentemente sobre el desconsuelo, el desamor, y la tristeza se encuentra más allá del bien y del mal. Un disco maravilloso que alumbra tu intemperie. Lo que me une a Mozz es real: se compone de pálidos adioses, abrazos, gestos, amores y olvidos, sonidos, voces y colores que juraron acompañarme hasta la muerte. Yo nunca temo que mi corazón arda, yo soy su creyente devoto. Estas canciones, mi credo extravagante; mi mesías, el líder de los atormentados.

The postal service. Give up. 2003.
Todo lo que vino después esta ahí. The postal service te puede parecer deudora a varias glorias de antaño, pero no. Cierta urgencia, cierta cadencia y cierto deseo nihilista de alumbrar una obra maestra y no querer llegar a ninguna parte, los hace tan excitantes. Un instinto ingobernable te surge a la primera escucha. Vos querés aferrarte a este disco, vos no querés convertirte en un Judas, vos querés ser feliz por error. Pasan una a una las canciones y ya no tenés miedo de decir en lo que te has convertido. Una tormenta alegre, triste y despreocupada estalla en tu jardín y ya lo vas a saber. Nunca vas a conocer la melancolía si no caminas escuchando este disco en el barrio en donde fuiste niño.

Eminem. The Eminem Show. 2002.
El bocón conquista el mundo y, como Elvis, se transforma en el segundo blanco que le roba el mojo a los negros y la pega mal. Un disco arrogante, cruel y necesariamente provocador. Hasta ahí, jamás un artista llego tan lejos en un strip tease emocional y exorcizó sus demonios expuesto ante tanta gente. The Eminem show es un viaje de ida, un torrente de emociones, el disco de un resentido que desea hacerle pagar al mundo el hecho de ser el número uno y no conseguir satisfacción con eso. The Eminem show es un desayuno con trotyl que despilfarra felicidad en una huida. Sólo con el paso del tiempo nos dimos cuenta que este disco lo llevó imperceptiblemente del cielo al infierno.
Adentro o afuera de este mundo, yo sólo espero que EM sea buenito y nunca se enoje conmigo. Una de sus burlas es lo mas parecido a parar un trole con el pecho.

The Rakes. Ten new messages. 2007.
The Rakes es un cuarteto inglés con un cantante muy carismático, tal vez un poco opacado por el descomunal suceso de los Artic Monkeys, pero la banda sobrepasó con creces el síndrome del segundo disco, menos hormonal pero más desquiciado que su antecesor. The Rakes mantiene intacta su fe en la vida nocturna, el desenfreno, las chicas cuyo peinado permanece intacto mientras el mundo se desmorona, y las nauseas que les provocan ver llorar a Tom Cruise en una peli. Si hace rato que escuchamos a los parlanchines de turno haber perdido su fe en el rock, tampoco es necesario venerar el auto robo del dinosaurio de turno y, mucho menos, balancearte con aire de “ahí esta el futuro” ante unos mixes incomprensibles. Yo te lo juro por el ojo bizarro: diez nuevos mensajes son más que suficientes para enfiestarte y llamar a todos tus amigos.

The libertines.  The libertines. 2004.
La última gran esperanza del rock británico fue tan efímera como contundente la influencia que desparramó sobre lo que vendría. Los últimos grandes rockstars, Carl Barat y el pecaminoso Pete Doherty, sólo querían sexo, drogas y rock n roll, y The libertines fue su vehiculo perfecto para conseguirlos. Después del promisorio debut, la banda se desbarrancó y regresaron con The libertines, una postal súbita de la descomposición personal de los miembros de la banda y sus intentos por alcanzar la sobriedad. Dosis perfectas y homeopáticas del sonido y la furia. Un álbum calmado y furibundo, delicado y desaforado. Más que analizar este disco, bien vale la pena atragantarse con estas bellas polaroids de la desintegración. Si el rock está condenado a desaparecer, The libertines tienen la mecha en la mano.

Against me. White crosses . 2010.
Dicen que en el cambio esta el secreto. Tom Gabel sabe que entre el chau y el adiós hay un claro reflejo del quién, por qué y por cuánto. Que la ceremonia del cambio, cualquiera sea, encierra los verdaderos secretos del durante. Quizás ahí radique la clave del presente bienaventurado de esta banda punk, que encuentra en las claves de White crosses el enorme desafió de sacar el nuevo álbum por una gran disquera y no hacer concesión alguna. Mucho menos, traicionar su credo estético, ese que reposa sobre las llamas del inconformismo, el que reposa sobre canciones osadas como heridas de guerra. Un disco valiente de una banda que por mucho caminar finalmente llego a su tierra prometida .

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