miércoles, 10 de noviembre de 2010

Detrás suyo nadie,

es el último. Nadie para descifrar los secretos del cielo, nadie para atestiguar el paso del agua, una tarde deshecha paso a paso, sin huellas ni sombras. Es el que sella las puertas, el que podría decir las firmas y los nombres del camino; el que se despide sin una palabra, el que desestima las búsquedas. Nada te queda, es el último y detrás tuyo el vuelo de la tarde antes de que caiga. Nadie cierra el paso y no hay rumbo cierto. Fuera del horizonte, huellas de otro tiempo, lo que no llega lejos, lo que se vuelve curioso. 
Estas son las palabras de noviembre, las que caen y se enredan en tus pies. Estas son las que corren, las que dicen basta, las de arrancar el día, las que pronuncian la tarde, las que juran por dios; las palabras amarillas de la noche, las palabras como una fila de hormigas, las palabras de hablar dormido, las que dan vueltas con vos en tu cama, las de descubrir el cielo, las de abrir el viento, las palabras que remueven la tarde en lo mas alto de tu sonrisa. 

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