martes, 2 de noviembre de 2010

Cofico boy

Entrevista para La Voz del Interior, 2010


Por Emanuel Rodriguez
Habla a la velocidad de los cometas porque una parte de él vive fuera de este planeta. La parte que sí habita el mismo suelo que nosotros parece tener una misión concreta: relatar las experiencias de su otra mitad en un viaje estelar cuya música, siempre, es la del futuro. Carlos Julio Carballo adoptó las iniciales de su nombre como uno de sus heterónimos: es CJ (ciyei) de noche, CJ (cejota) de día y Hit Girl en la penumbra. Conduce Cualquiera por FM Sucesos y produce para la misma radio el programa Club Local. Es miembro del colectivo alcaloide audiovisual Toxic Twins y dj residente del Paraíso Retro. Si algunas páginas de la mejor música del mundo se están escribiendo en Córdoba, es probable que no sepamos ahora mismo quién tiene la lapicera… lo que sí es seguro es que Carlitos Julio tiene el papel.

–¿Qué te enseñó Cofico?
–Cofico me enseñó que, en menos de lo que se acaba el día, siempre puedo volver. Me enseñó los códigos férreos de la hermandad: hay cinco tipos a los que puedo mirar a la cara hace 30 años y eso es hermoso. Cofico me enseñó que la matemática es el deseo secreto de crearte un mundo sin dolor, aunque el amor exista o esté de incógnito. Cofico me enseñó que jamás conocerás la melancolía si no fuiste niño en tu barrio.


¿Quién te gustaría que escriba tu biografía?
–Mi biografía improbable... me da vértigo pensar que alguien pudiera estar interesado en escribirla. Hay personas que saben explicar sus sentimientos de manera muy acertada. Me fluyen muchas cosas, pero lo que dice el corazón nunca llega a traducirse en palabras. Durante años lo escarbé y descubrí mi propia ignorancia, todo en mí es un acto de amor reflejo y ciego. Uno es lo que hace y hace lo que es, por lo tanto supongo que Rodrigo Artal sería un buen biógrafo mío, ya que se trata de cómo vas a tratar a tu prójimo, a la gente que camina a tu costado, y está claro con él hay una clara coincidencia.

¿Cuál sería el capítulo más triste de esa biografía?
–El capítulo más triste es el que tiene que ver con la muerte de uno de mis amigos íntimos, la víspera de una navidad maldita. Nadie está preparado para eso, todo se transformó en un sinsentido. La muerte de mi padre también me transformó en un desconocido, de golpe me quedé sin su perfume, me quedé triste viendo el paso rugoso del tiempo. Pienso en el día en que los vuelva a ver, esa idea me mantiene fiel, como un peregrino y su tierra prometida. El gordo Seba y mi papá definitivamente son las palabras brillantes que nombran mi nombre, sus muertes no sólo fueron ausencias crudas, fueron señales que desconozco, hilos, vínculos, tratos que se cortaron para siempre.

¿Cuál el más alegre?
–Es el capítulo que está escribiéndose siempre, el que nunca se orienta tal vez porque está perdido. Ese capítulo quizá lo encuentro de madrugada o en el crepúsculo, en cosas minúsculas. Es un capítulo construido a base de intuiciones elementales. Es un capítulo que a veces pierdo y otras creo no poder alcanzarlo nunca. Es un capítulo que nunca apaga las luces, que está empezando siempre. Es un capítulo que nunca realiza esfuerzos muy profundos para aparecer. Es un capítulo que regresa siempre a primera luz del día. Es un capítulo que me ayuda a conciliar el sueño, un capítulo abierto a toda profecía.

¿Qué te dicen los taxistas cuando descubren que sos “el de la radio”?
–Me dicen “pareces más flaco en radio”. A veces también me preguntan si soy el chico que habla rápido a la noche. Algunos me hablan de la época mística de La Rocka, y otros que les encanta el programa aunque no me entiendan muy bien lo que digo. Los taxistas están con la radio a pleno todo el día y son un termómetro perfecto de cómo va la cosa. Yo tomo taxis todo el tiempo, alguna vez sacaré mi sección “Conversaciones en amarillo y negro”… jaja.

–¿Cómo te llevás con la identidad popular y deportiva de la radio en la que trabajás?
–Me llevo de manera inmejorable, me brindó una alegría extra, recobrada, el hecho de desembarcar con Rodrigo en Sucesos. Su audiencia es muy cálida, muy fan, de una relación de reciprocidad sorprendente. La dirección artística me deja desarrollar mi estilo con absoluta libertad, lo cual agradezco infinitamente. En el programa tal vez te actualice el resultado de Talleres y patronato de Taiwán, y al toque estoy hablando con Dolores Cáceres, otro día Luciano Lamberti nos presenta su nuevo libro o hablo con el cantante de Elefant, y te cuento cómo terminó Racing de Córdoba y la Comisión de Actividades Infantiles de Beirut.

–¿Cuántas horas por día le dedicás a escuchar música?
–Tanta música, tan poco tiempo… La escucho todo el tiempo que puedo, escuchar música es una forma de excusa permanente para irme de este mundo, un anonimato decente, lo que brinda a mi vida honestidad y salvajismo. Sin música carecería de sentido mi vida, no conocería ni la pasión ni el éxtasis, sería una vida en blanco y negro. La gente que no escucha música no me inspira confianza. Escuchar música es una pasión que o la entendes con las tripas o quedas excluido para siempre.

–¿Cuál fue el último disco original que compraste?
–El nuevo disco de los Stone Temple Pilots, el de su regreso cuando nadie se lo esperaba, una banda atada a mí por la ruta de la velocidad. Su cantante después de años y años de excesos y de ser fija en la lista de los cadáveres ambulantes, sorprendentemente se limpió y entregaron un disco lleno de canciones como heridas de guerra, como cicatrices tatuadas, una mueca de desprecio brutal hacia la adversidad, una obra cuya belleza radica en que nada ni nadie, ni siquiera los golpes más terribles que puedas recibir, lograrán despojarte de tu visión del mundo.

–¿Cómo nació tu amistad con los chicos de Massacre?
–Esa hermandad se inició por todos los motivos correctos: por el skate y por la música. Patinar y las canciones de Massacre seguro salvaron mi vida. Massacre era la gran banda de culto argenta, y cuando comencé a festejar el aniversario del programa como una forma de no creer que eso podía suceder, ellos le dieron esa pátina looser, la de hacer un acto anticorporativo, una declaración de principios. Cualquieraestaba ahí para nadar contra la corriente. Sistemáticamente empezaron a venir todos los años. Wallas es el mejor frontman, el más carismático, un chamán, un beatnik, un tipo cultísimo que te cita a Goddard, Patti Smith, Mapplethorpe, Deleuze, y que se saca 10 en cultura rock. Una noche caminado por Córdoba me ordenó que me tatuara un símbolo que tienen todos los miembros de la banda, porque para él yo era uno más. Pensé que el pibe estaba loco, pero al otro año me lo tatué en vivo haciendo el programa y con él sentado al lado. De más está decir que me sentí como ingresando a los templarios de la mano del mismísimo rey Arturo.

–¿Qué le falta a la noche cordobesa de hoy? 
–Le falta lugares habilitados, legislación coherente hecha para gente que sale a divertirse y no para señoras que se quejan en la radio a la mañana; le falta imaginación, programación arriesgada y contemporánea; falta que tengamos más contacto con lo que va a venir, sólo La Cúpula de Jorgito Castro y las fiestas indie del Chulo intentan traer algo de eso. Para una ciudad como Córdoba, es más bien poco.–¿Qué le sobra?–Le sobra coima, empresarios y bolicheros inescrupulosos y aburridos; le sobra gente como manadas zombies que van al lugar de turno a ensayar la misma coreografía desmayada de siempre; le sobra hedonismo, le falta sorpresa y riesgo.


–¿Qué banda te resulta increíble que no sea más masiva?
–Me resulta muy sorprendente que bandas como Enhola, Hyperstatic y Juan Terrenal, con más de 10 años de trayectoria en la ciudad, no estén triunfando en toda Iberoamérica, tienen con qué. Eso es una prueba irrefutable de que los productores en Córdoba viven una vida inerte y desteñida. De las bandas nuevas, inundan mi corazón de puro placer infinito Un día perfecto para el pez banana, Lautremont y Bosques de Groenlandia.

–¿Alguna vez te sentiste decepcionado por un músico o una banda?
–Con el tiempo, los músicos pierden las alas y la memoria. A veces hasta lo evidente se hace absurdo, uno acarrea decepciones y arena como un camello y su desierto. Cuando no es, no es, uno debe saber replegarse. Pero a pesar del cambio de velocidad, glitter, categoría, entorno y estrellas de hotel, me quedo con Adrian Dárgelos y Wallas. El paso del tiempo no los cambió en absoluto y seguimos siendo los mismos amigos irresponsables de siempre.

–¿Nunca vas a publicar lo que escribís para leer en el programa?
–Escribir me salva la vida, evita que me duerma en un incendio frío, que me devore el desierto. Tal vez algún día pueda quebrar ese muro, o tal vez lo que escribo quede oculto y nunca sea revelado. Compartir mi intimidad es algo que me da miedo, que alguien se interne en tu país es -como mínimo- vertiginoso. Escribir me hace sentir bendecido, es como una antorcha que dispersa el pasado. Tuve varias propuestas y mis amigos quieren que publique. Tengo una pequeña novela iniciática terminada que se llama Viajando Duro, son como crónicas ruteras que se negaron a ser polvo; tengo un montón de cuadernos llenos de intros que escribí para el programa que están esperando ahí. No lo sé. Entre esta ciudad fría y lo que yo escribo sólo hay tiempo.

–¿Qué fue lo más importante en tu formación como locutor y periodista?
–Lo más importante que recibí en mi formación fue la curiosidad, mantenerte atento, concentrado, en búsqueda constante. No hay que detenerse nunca, siempre hay lugar para saber, para conocer más. Soy una suerte de médium, de catalizador, de antena. Mis oyentes quieren encontrar lo que se viene, la novedad, es mi deber estar al tanto y actualizado. La curiosidad es una sustancia de la que estoy hecho, conocer más es un río que me arrebata, un fuego que me consume. De lo contrario, sos un ladrón y de ésos está lleno en Córdoba.


–¿Qué es lo más estimulante de vivir en Córdoba? 

–Me rindo a esta ciudad, Córdoba es una antología de errores, gafes y contradicciones, pero tiene sentimiento. Esto no quiere decir que la ciudad obre mejor que otras, pero Córdoba no espera castigo ni recompensa. Las nubes viajan distinto acá. Me descubro habitado por sus pulsaciones, los ecos de sus muertes que aún andan por estas calles. En esta ciudad me surcan las canciones que nunca le voy a cantar, las palabras que nunca le voy a decir, las sonrisas que nunca voy a ver y los amaneceres que nunca voy compartir. Desgraciadamente yo me quiero perder en esta ciudad para siempre.


–¿Por qué hay gente que cree que un lunes a la noche no hay nada para hacer en Córdoba?
–Porque no son ni barmen, ni promotoras o peluqueros, quienes son los que salen los lunes. La dicha es inseparable de la tristeza y ésta, de la soledad. Todo esto está muy ligado a los lunes. En los días lunes todos los mensajes son erróneos ya que no hay historia sin vida, y no existe una medida real del mundo sin libertad para divertirte. Salir los lunes es inventar un naufragio seguro de la semana. Hacer que los lunes valgan la pena puede significar definirte a vos mismo, a tu propia religión. Propongo salir los lunes, bailar desaforados, practicar el perdón en nosotros mismos y disolvernos en un lunes perfecto perdiendo la forma humana de la manera más conveniente.

–¿Qué buscás en la música?
–Busco la fe, las promesas inolvidables… busco apagarme las heridas con la música. Busco descubrirme. Cuando la música está, la tristeza tiene el descuido de irse.

–¿Qué encontrás?
–Encuentro las razones suficientes para patear la tristeza, los dramas del día. Encuentro todas las palabras no dichas que el viento me trae de una canción a otra. Encuentro las canciones, las escucho, les doy vida y dolor, sentido, mis sueños compartidos, mi singularidad, mis risas y mis tristezas mayúsculas. La música me regala todo lo que me comparte, divide, resta y multiplica. La música me devuelve la alegría, la pasión y por qué no la melancolía.

–¿Qué canción te gustaría cantar al borde de un precipicio?
–La canción ideal para cantar al borde de un precipicio seria Lover you should've come over de Jeff Buckley, y en la parte que dice “all my riches for her smiles when I slept so soft against her" cantaría a los gritos sin temer que mi corazón arda.

–¿Cuál es el sentido de la vida?
–Es algo que le pregunto todos los días al maestro yoda que tengo en una repisa y el muy cretino se niega a responderme. El sentido de la vida son mis instintos extraños e ingobernables, el deseo de locura, de llevar una vida decente sin convertirme en un Judas; ser feliz por error, es poder decir noche a noche palabras llenas de valor. El sentido de la vida es no tener miedo de decir qué soy, es traer una tormenta al jardín de casa, es poder estar alegre, triste y despreocupado al mismo tiempo. Es vivir los días como una hazaña y no dejar que mi corazón sea inundado por el silencio.


–¿Qué descubriría un arqueólogo del futuro si analizara tus huesos?
–Un arqueólogo encontraría que me falta calcio y mis implantes de titanio. Creo que al ver las 12 fracturas que tengo podría inferir que he llevado una vida salvaje; por las curvaturas de mis huesos diría que soygoofy para montar el skate, y el muchacho podría darse cuenta que imperceptiblemente me fui del Cielo al Infierno y que con pericia made in Cofico le robé mis huesos a la muerte.

–No conozco a nadie que disfrute más de la música que vos. Y sin embargo nunca te vi bailar. ¿Cómo explicarías eso?
–Soy un Playmovil, el don del baile no me ha sido concedido, me fue negada esa gracia, pero de todos modos intento algo parecido a una danza a veces. “NO BAILA”, diría mi epitafio. La coordinación es un enigma para mí.

–¿Alguna vez sentiste pánico frente al micrófono?
–Jamás. Puedo estar viviendo el peor día de mi vida y frente al micrófono me transformo, el sonido y la furia me poseen, tengo las palabras y las canciones y son como un botín que le robé a la muerte. Yo combato la tristeza e intento llevar la alegría a tus orillas. No sostuve una torre, no gané un mundial, pero casi distraídamente un día mientras ibas leyendo las estrellas. un mensaje ardiente que te di te devolvió la alegría. Esa es mi misión sagrada.

–Si pudieras ser un cordobés famoso por un día, ¿quién te gustaría ser?
–Me gustaría ser el nueve de Belgrano que mete el gol del ascenso en el último minuto de descuento, o el primer cordobés en pisar la luna, o el que dé el primer beso en Marte.

–¿Por qué la imagen del Guasón es tan importante para los Toxic Twins?
–Artal siempre dice que a esta ciudad le faltan villanos con estilo, eso seríamos nosotros: los que se sientan a tu mesa, te toman el vino y besan a tu hija; los renegados, los desclasados que recobran la diversión para vos, los que se autocombustionan por tu derecho a enfiestarte. La imagen de Heath Ledger nos pareció fantástica, su actuación memorable y la forma trágica en la que murió hizo que dijéramos “es esto”. Vimos la peli como 12 veces. Tenía que ser él nuestro santo patrono.

–¿Hasta dónde te gustaría llegar con los Toxic?
–Hasta que hagamos bailar a todos los insomnes de esta ciudad, hasta que controlemos el tráfico de caricias, hasta que nos perdamos en una encrucijada llena de suspicacias, hasta que nos rocen todas las piernas, hasta que nos besen todas las bocas en pleno nervio amoroso, hasta que quememos nuestros pasaportes y seamos anónimos sin pasado, hasta que seamos inocentes o seamos absueltos, hasta que ocurra la demolición.

–¿Cuál es la anécdota más tóxica de los Toxic Twins?
–La que todavía no ocurrió. Nosotros intentamos disimular los rastros de la noche, pero no nos sale. A fin de año estrenamos Vacaciones Permanentes, nuestro rockumental que nosotros mismos estamos filmando. Algo mostrará, y casi seguro tendrá su propio Cocksucker Blues como lado b y prohibido.

–¿Cómo es un domingo perfecto para un tipo que trabaja de lunes a sábado?
–Un domingo perfecto siempre tiene que ver con diarios, discos y libros. Tiene que ver con buscar un lugar que me pertenezca en la ciudad y perderme ahí, con sentirme en armonía con el universo, con cerrar los ojos y que todo desaparezca, con buscar y encontrar una sensación de bienestar que me inunde, hallar una sirena a la vuelta de una esquina cualquiera, dormir y prepararme para otra semana en la que seguro me voy a sentir como encerrado en un ropero lleno de trajes con las personas adentro.


(Acá la nota publicada.)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me enamore de esta notaaa!!!! toda la mejor cjotita.
jime

Fuser dijo...

Perdon por la ignorancia, pero...

Que es Cofico???

Cualquiera dijo...

Cofico es el barrio de Córdoba en donde vive Cj.
Saludos.