al corazón del universo, al inevitable interior de todas las cosas. Ella no podía ser otra cosa que una profecía. Miró hacia las nubes bordadas con rayos de sol y dio un paso y dio otro paso y dio todos los pasos necesarios para llegar y recibir y cobrar -despues de tanto tiempo- la deuda y el milagro de ser una con su tierra prometida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario