miércoles, 24 de noviembre de 2010

Este invierno se parece

a una ciudad todavía humeante después de un bombardeo. Del otro lado de todas las cosas, en la niebla, yo estoy listo para llevarme a la frontera. Si todo suena dramático, es para proteger esta ausencia sin brillo, el riesgo de esta soledad sin repetición. Vos no huis del calor ni de tus restos entre los escombros. Hay que llegar al otro lado y escribirte para despojarme palabra a palabra de la demasiada vida que he anotado. Amo este balanceo en la nada, los recuerdos como estrellas en la noche. Te atraigo y te alejo. Mi cueva es este invierno inmóvil, casi irreverente. ¿Hay alguien ahí? No es fácil entenderte. Duele el mundo. Yo soy tu mundo, un galpón atestado de espejos para verte de lejos y de cerca, los límites imprecisos de tu cuerpo. Que el amor sea escrito en las corrientes de tu agua, no sobre la superficie de mi lago en calma. Yo lo escribo bailando sobre tu jardín y desaparezco dejando solamente el sonido de tu huida, mientras tu cuerpo en movimiento canta a través de las miserias de la vida cotidiana.


22/06/2010

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