lunes, 1 de noviembre de 2010

Así me senté


, Durante siete días y siete noches y no escribí palabra. El vacío era muy grande, ya era de la bruma, el hecho de no doblarme ante el paso del tiempo. El hoy ya no raspa tus ojos como la luz de ayer. Quisiste con tus dudas fundar una dinastía en el peligro del tiempo y yo alcé para protegerla una fortaleza de abrazos hecho añicos, sin ayuda de ángeles, tan sólo con estas manos que pedían. Los habitantes en vos tenemos que morir por orden de aparición; todas nuestras cabezas que se amparan en tu amor mendigo debíamos desaparecer. Por eso sí, por eso reías convencida de que así debía ser, con la certeza de quien sabe que si quiere te deja en una esquina, sale al mundo y lo atraviesa con una palabra. Mientras compraba estrellas, tu sonrisa me hacía inmortal. Mis palabras poco a poco se me iban para siempre, pero entonces vos soñabas más, reías más. Alrededor tuyo huíamos como animales feroces, no temíamos a la mañana, éramos agradecidos, nos habíamos olvidado de la historia de los días.

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